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Cuerpo de jota
Ajena al 'low cost' imperante, la incombustible Cayetana de Alba está que lo tira
Actualizado: GuardarNavegar en tiempos difíciles'. Ese ha sido el lema soterrado de la regata que terminó ayer en Palma. Se ha notado mucha nostalgia. No solo por la ausencia del rey al timón, o por la despedida del Bribón, que se ha ido triunfante, pero también triste, pues ya no volverá a navegar en una Copa del Rey, sino por la sensación de que, por culpa de la crisis que nos ahoga, ya nada volverá a ser lo mismo. De hecho, ya nada es lo mismo. Medio en broma, medio en serio, 'low cost' ha sido la expresión más repetida a lo largo de esta semana por los periodistas que cubrimos la parte más glamourosa de la regata. Periodistas, todo hay que decirlo, maleadísimos, pues en tiempos de bonanza llegamos a navegar (en acto de servicio, por supuesto) en bonitos yates de recreo por cuya esponsorizada cubierta corría el champán bien frío y circulaban imponentes bandejas de ibéricos. De aquello no quedan ya ni las raspas. Ahora, bocata de chorizo (low cost) y si quieres navegar... Ahí tienes esa balsa de goma. Y ni tan mal, pues como decía el otro día un colega mío mientras se daba un chapuzón en la piscina del Real Club Náutico de Palma (de acceso libre para los informadores de la regata), «que cuando peor estemos, estemos como ahora». Y es que además de venidos a menos, flota en el aire la sensación, casi la certeza, de que lo peor está por venir. Por supuesto, hablo desde la frivolidad más absoluta, pues la crisis de verdad (la del paro, los desahucios...) se encuentra en otra parte. Lejos de estos pantalanes, donde también se ve gente pasando hambre, sí, pero solo porque está siguiendo la dichosa dieta Dukan.
Aquí la única que no parece tener un verano 'low cost' (porque está que lo tira) es Cayetana de Alba, que a estas horas se baña en biquini en la vecina isla de Ibiza. Por su edad, se supone que esta mujer se va acercando al final de su propia fiesta. Pero como duquesa mundana y cosmopolita que es, ella sabe mejor que nadie que las fiestas, cuando de verdad se ponen bien, es cuando están a punto de acabarse. Y Cayetana (con 85 años, y a punto de casarse con un hombre casi treinta años menor) ha decidido disfrutar como una niña de la sonora traca final. Ayer, en el desayuno, asistí a una polémica sobre si la prensa hace bien o mal en publicar la foto de esta octogenaria en biquini. Personalmente, creo que no hacemos daño a nadie publicándola. Ni a ella, que de hecho se pasea tranquilamente con ese atuendo (sabiendo que hay fotógrafos) por un espacio público como es la playa, ni tampoco al que la contempla. El paso del tiempo, y lo que hace con nuestro cuerpo, no debería resultar ofensivo ni escandaloso, sino completamente asumible y natural. Sobre todo, si ese cuerpo (un cuerpo Danone, porque también hay yogures con grumos) sirve para envolver un espíritu todavía ilusionado por la vida.