:: HO/AFP
aniversario

700 metros y un año después...

Fueron tratados como héroes, pero la mayoría de los 33 mineros chilenos sigue en el agujero

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Aun año del dramático accidente en el que 33 mineros quedaron sepultados a casi 700 metros de profundidad dentro de una mina de oro y cobre en Atacama -un desierto situado al norte de Chile-, los trabajadores que sobrevivieron durante 69 días al encierro y la oscuridad van reconstruyendo sus vidas, casi todos todavía con angustia, unos pocos con esperanza y solo alguno con éxito, sacando el máximo provecho a la inesperada celebridad. Hay quienes se ganan el jornal dando charlas, vendiendo fruta y verdura, conduciendo taxis o en la construcción. Otros han vuelto a la mina, se dedican a estudiar e incluso a ser guía espiritual. O sencillamente están sin trabajo. Pero a todos les cambió la vida aquel 5 de agosto de 2010, que prometía ser un día como cualquier otro para los operarios de la mina San José. Aunque seis meses antes el país entero había sido sacudido por un terremoto de 8,8 grados y a pesar del deficiente estado de la galería, nada hacía presagiar que ese día la vida de estos hombres entraría en un largo suspenso para luego volver a empezar. «Sentimos que la montaña bajaba hacia nosotros». Así lo describió el jefe de turno, Luis Urzúa. Pasaron 17 días sin contacto con el exterior, con raciones escasas de agua, galletas, atún y melocotones en conserva. Al principio escuchaban los esfuerzos por alcanzarlos, pero luego se hizo el silencio y creyeron que era el fin. Los alimentos que guardaba el refugio no estaban pensados para tantos días ni para tantos mineros así que, bajo el liderazgo de Urzúa, el grupo se organizó para ingerirlos en cucharadas cada 48 horas. Por momentos se desesperaban. «Pensé en quién iba a morir primero, porque yo estaba dispuesto a comer lo que fuera para no morir de hambre», confesó Mario Sepúlveda, de 41 años, el más entusiasta de los 33. Luego se supo que la determinación de Sepúlveda para sobrevivir como hicieron los supervivientes del accidente aéreo de los Andes (recogido en la película 'Viven') era, en verdad, una marca de nacimiento: su madre murió en el parto. Durante el encierro fue el más animoso y tras salir del agujero ha sido al que mejor le ha ido. El único, seguramente, que puede decir que la vida le sonríe y que con más éxito ha explotado la veta de conferenciante. Junto a su esposa Elvira Valdivia creó una consultora, que desde internet promociona servicios de conferencias para contar su experiencia. Mario tiene por delante una agenda cargada de contratos, viajes y charlas en diferentes ciudades del mundo.

A Edison Peña tampoco le fue mal. Aunque sigue sin trabajo ha visto cumplido el sueño de correr maratones internacionales, su pasión. Edison, que corría dentro de la mina para no perder la forma, fue invitado al maratón de Nueva York, Tokio, y se prepara ahora para competir en México y Alemania. En cambio para Omar Reygadas, al que en la mina apodaban 'el abuelito' (es viudo, tiene 57 años y 17 nietos), la segunda oportunidad no está resultando tan prometedora. Está medicado, llora con frecuencia, no puede quedarse solo y no logra dormirse antes de las 4 ó 5 de la madrugada. Tres veces estuvo en accidentes mineros, pero esta vez quedó muy mal y no quiere volver a trabajar. Reclama una pensión del Estado y una indemnización. «Hay un mito de que los mineros tenemos mucha plata pero la verdad es que no es así, la mayoría tenemos problemas económicos». Otro que no logra dejar atrás la pesadilla es Víctor Zamora. El que era el bromista del grupo reveló que durante el encierro pensó lo peor. «Si íbamos a seguir sufriendo era mejor ir al refugio, encender un motor y con el monóxido de carbono dejarnos ir». Hoy esa sensación de haber muerto un poco no le abandona del todo. Zamora vive de la venta de verdura en Copiapó, la ciudad más cercana a la mina. Dice que las secuelas psicológicas le impiden acogerse a un empleo formal. Habla a menudo con el psicólogo que trató a los mineros en el encierro, pero solo conversan «como dos amigos».

Gracias a la insistencia de los familiares y a los equipos de rescate, los mineros fueron localizados el domingo 22 de agosto. Cuando todo hacía suponer que solo iban a dar con sus restos, los rescatistas bajaron una sonda y al elevarla descubrieron un papel que rezaba: 'Estamos bien en el refugio los 33'. Era un milagro. Estaban vivos.

Películas, series y dinero

Si esta historia no hubiera sido real uno creería que es imposible cavar un túnel de 700 metros de largo y de diámetro suficiente para elevar a los mineros por un estrecho conducto mediante una cápsula. Además, había que procurar que ninguno desfalleciera, enfermara o algo peor durante tan larga faena, así que junto al trabajo de perforación se organizó un equipo que mantenía a los mineros alimentados, sanos y entretenidos. Medios de comunicación de todo el mundo se instalaron en el campamento. La expectación crecía día a día y alcanzó su culmen la medianoche del 12 de octubre, cuando todo estaba listo para el rescate. Comenzó entonces el ascenso por la cápsula 'Fénix' que se prolongó durante un día entero. La noche del 13 estaban todos en la superficie, felices, impactados, desconcertados por una notoriedad que nunca habían siquiera imaginado. Desde entonces, los mineros -32 chilenos y un boliviano- recibieron propuestas e invitaciones de todo el mundo. Además de películas, series, programas de televisión y novelas que recrean su historia, se prepara un libro oficial que promete nuevas revelaciones escrito por Héctor Tobar (Los Ángeles, 1963), un periodista hijo de inmigrantes guatemaltecos que ganó el Pulitzer. También se prevé para 2012 el rodaje de una película oficial. Los derechos fueron adquiridos por Mike Medavoy, productor de 'El cisne negro', que los negoció con un estudio de abogados que representa a los 33. En los últimos meses, los mineros han participado en programas de televisión de varios países, han asistido a partidos de fútbol, han sido invitados a visitar Disneyworld junto a sus familias, han disfrutado de vacaciones pagadas en Israel y Grecia..., pero la promesa del gobierno de que no serían abandonados, no se ha cumplido del todo. Tienen previsto demandar a la empresa minera y han iniciado una demanda contra el Estado «por negligencia» debido a falta de control sobre la mina. Exigen una indemnización de casi 400.000 euros cada uno, unos 12 millones en total.

Los 14 más afectados de salud o que tienen edad avanzada también reclaman una pensión. «Lo que queremos es que se nos reconozca lo que pasamos ahí abajo», dijo Urzúa, que fue el último en abandonar la mina.