David Galván, a hombros en El Puerto
Realizó lo más lucido ante un desigual encierro de Cabada Gago en el que destacaron primero y sexto
EL PUERTO. Actualizado: GuardarDavid Galván se proclamó el triunfador absoluto e indiscutible de una interesante novillada en la que se jugaron utreros de diversa condición de Cebada Gago y en la que se volvió a poner de manifiesto de que se trata de un novillero cada vez más cuajado y que interpreta el toreo con un estilo elegante y muy personal. Si a eso se le añade su innato sentido del temple y el valor seco que atesora, la proyección que se le presume en este difícil oficio se antoja inmediata.
Con muy toreros lances de recibo saludó al segundo de la tarde, un precioso castaño que repitió con codicia las primeras embestidas y que apretó con bravura en el caballo. Dura pelea de la que saldría algo menoscabado en su fortaleza. Circunstancia que habría de marcar el devenir de su lidia y que restaría vibración y transmisión al trasteo de Galván. Aunque éste apuntó detalles de mucho gusto con la franela, le resultaría imposible cuajar una redonda actuación por la falta de repetición del astado. A pesar de lo cual, citó siempre en el sitio correcto, intentó otorgar profundidad a todos sus pases y hasta se pegó un temerario arrimón final con sucesivos circulares entre los pitones. Ceñidas manoletinas dieron paso a una estocada algo tendida y contraria.
El quinto fue un novillo incierto y distraído. Brusco y áspero oponente con el que el de San Fernando demostró el lado épico de su toreo para extraer algunos naturales de mucha exposición y mérito. Una gran estocada puso broche a una notable actuación que sería recompensada con el apéndice que le franqueaba la puerta grande.
Abrió plaza un bonito ejemplar de 'La Zorrera', que presentó una embestida repetidora y suave aunque algo corta, al que Alejandro Enríquez recibió con unas verónicas insípidas y sin calor. Tras recibir el animal una vara en todo lo alto, quitaría el granadino por tafalleras que tampoco calaron en el tendido. Llegó el novillo al último tercio con gran fijeza y clara boyantía en su acometida, lo que fue aprovechado por Alejandro para estampar varias series de redondos que destacaron por su relajo y ligazón. No existió el mismo acople en el toreo al natural, donde su oponente se rebrinacaba más y casi siempre punteaba el engaño, por lo que puso colofón a su trasteo con una nueva tanda de derechazos y postreros adornos. Tras despenar al utrero con varios golpes de acero, quedó en el ambiente la sensación de que el buen novillo de Cebada Gago se había erigido en merecedor de una mayor exquisitez torera.
Arrojo de Vázquez Romero
Idéntico tono incoloro poseyó su recibo capotero al cuarto de la tarde. Un colorado bragado, hueco de raza, que aunque noble, no aportó un ápice de emoción a la afanosa labor de su matador. Una estocada cobrada en todo lo alto puso fin a su actuación.
Auténtica decisión y arrojo novilleril demostró Vázquez Romero cuando se plantó de hinojos ante esa boca de sombras, ese umbral de incertidumbres que es la puerta de chiqueros, para recibir a sus dos oponentes con sendas largas cambiadas. Osadía que puso el corazón en un puño a la concurrencia pues en ambas ocasiones resultaría prendido y arrollado sin consecuencias. Su primer novillo enseguida demostró que se revolvía con presteza y que carecía de fuerzas para seguir con largura los engaños. Muleta en mano, Vázquez Romero sufrió un inoportuno desarme cuando ya se hacía con el enemigo por bajo, a partir de lo cual, la faena consistió en un intento continuado de ligar pases por ambos pitones ante un utrero cada vez más parado.
El otro buen novillo del encierro fue el cárdeno que saltó en sexto lugar, de acometida noble y repetidora, con el que el roteño derrochó voluntad pero solo encontraría cierto acople en algunas tandas de derechazos. Le faltó templanza y le sobró, en ocasiones, demasiados cites al hilo del pitón.