David Cameron estrecha la mano a José Luis Rodríguez Zapatero, a las puertas del número 10 de Downing Street. :: KERIM OKTEN / EFE
ESPAÑA

Zapatero se da de plazo hasta septiembre

MADRID. Actualizado: Guardar
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El pleno del Congreso se reúne mañana por última vez en este período de sesiones y, quizá, en la legislatura. Es difícil encontrar un socialista que descarte a micrófono cerrado unas elecciones anticipadas en otoño, aunque la mayoría da por hecho que José Luis Rodríguez Zapatero no ha tomado aún ninguna decisión al respeto y que no lo hará hasta la vuelta del verano, cuando sea más fácil hacer unas previsiones mínimamente ajustadas de la situación financiera. Si hay alguna posibilidad de que la inestabilidad que ha situado de nuevo a España al borde del abismo en las últimas dos semanas se reavive, dicen, sería mejor aguantar hasta marzo.

El acuerdo alcanzado por los líderes del Eurogrupo el pasado jueves para intentar garantizar la sostenibilidad de la moneda única, amenazada por el contagio de la crisis de la deuda griega a nuestro país y a Italia, fue celebrado con alborozo por el Ejecutivo un día después y recibido como la receta que alejará los peligros de un nuevo azote de los mercados en un plazo de tiempo razonable. «Estamos seguros de que todo va a relajarse y además pensamos que con las reformas que hemos puesto en marcha estamos en el buen camino para volver al crecimiento económico y generar empleo», llegó a decir el portavoz del Gobierno, José Blanco.

Visto el devenir de los acontecimientos en el último año y medio, y dado que España ha ido de sobresalto en sobresalto desde febrero de 2010, cuando saltaron las primeras alarmas por el desplome del 6% en la Bolsa, son pocos, sin embargo, los que se atreven a poner la mano en el fuego por el resultado del último arreglo europeo. El propio candidato del PSOE a las generales, Alfredo Pérez Rubalcaba, advirtió el martes pasado a los parlamentarios de su partido de que Europa parece haberse aficionado a «hacerlo todo a medias» y que eso hace difícil despejar las incógnitas a largo plazo.

Tanto él como Blanco insistieron el viernes en que ahora existen razones para «respirar tranquilos» aunque el portavoz también añadió que el paso dado por los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro no puede ser el último en pro de una auténtica gobernanza económica de la Unión. Apenas había terminado su optimista rueda de prensa tras el Consejo de Ministros y la buena acogida de los mercados al acuerdo del nuevo rescate a Grecia empezaba a dar signos de desvanecimiento con nuevos repuntes de las primas de riesgo española e italiana, que habían amanecido a la baja.

Sea como fuere, en la dirección del grupo parlamentario socialista asumen que, si las turbulencias financieras parecen despejadas por un período de tiempo prudencial al inicio del nuevo curso político, Zapatero y Rubalcaba tratarán de aprovechar esa ventana de oportunidad y habrá adelanto. El análisis va en la línea de lo apuntado en los últimos días por la jefa de campaña del candidato, Elena Valenciano, en el sentido de que no sería conveniente añadir a una situación de inestabilidad económica la inestabilidad política que acompaña a toda contienda electoral. Pero no será el único elemento de decisión.

Acelerón legislativo

Hasta ahora el presidente del Gobierno se aferraba a la necesidad de culminar el programa de reformas para mantener vivo el calendario, disolver las Cortes a finales de diciembre o principios de enero y llamar a las urnas en marzo. Pero, realmente, queda ya poco por hacer. El jueves el Congreso aprobó por fin el último gran proyecto exigido por la UE y los mercados, el que eleva a los 67 años la edad de jubilación y amplía el período de cálculo de las pensiones.

La reforma del sistema financiero lleva tiempo en marcha, la del mercado laboral también y, aunque tanto su reglamento como la negociación colectiva deberían tramitarse como proyecto de ley, la convalidación del decreto que las desarrolla, gracias a la abstención 'in extremis' del PNV y CiU, evitaría cualquier vacío legal.

En las últimas dos semanas el grupo socialista ha metido, además, un empujón considerable al paquete de 26 leyes que el Gobierno decía querer sacar adelante en este mandato. Catorce proyectos han recibido la luz verde definitiva y a otros tres les queda tan solo el trámite del Senado.

Entre los textos aprobados está el que fija el techo de gasto, antesala de los Presupuestos de 2012. Pero también los negociadores habituales de las cuentas públicas tienen dudas sobre si tendrán que trabajar o no en este otoño. «En septiembre será cuando el Gobierno decida si le merece o no la pena -admite un veterano dirigente socialista-; hasta entonces, solo podemos esperar».

Al margen de que el apoyo parlamentario esté relativamente garantizado por el PNV y Coalición Canaria, los socialistas sopesan la idoneidad de asumir el desgaste de unas cuentas que serán inevitablemente «duras y restrictivas». Para cumplir su objetivo de déficit, España debe pasar del 6% de este año -que ya ha supuesto una auténtica sangría de votos para el PSOE- al 4,4% en 2012. Lo que sí descartan tanto en el Ministerio de Trabajo como en el grupo socialista es que, de seguir adelante, vuelvan a congelarse las pensiones por un año más.

En todo caso, si Zapatero convierte mañana su explicación de la reunión del Eurogrupo en la última ocasión que sube a la tribuna del Congreso, dará un puntapié a dos leyes sociales del estilo de las que antaño hicieron brillar sus programas electorales y le permitieron ganarse a la izquierda hasta el punto de morder votos a IU o ERC: la ley de igualdad de trato y la de muerte digna.