CARTAS AL DIRECTOR

Volver a los 120, un error L as llaves como que no

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Si bajar la velocidad en autovías y autopistas de 120 a 110 km/h ha significado una reducción de un 14,8% en el número de víctimas mortales en las carreteras españolas; si en cuatro meses hemos reducido en 450 millones de euros el déficit comercial de nuestro país; si con esta impopular medida ha bajado la emisión de gases de efecto invernadero, de contaminantes atmosféricos y de ruido; si hemos conseguido ahorrar en gasto público y privado; si ya nos habíamos acostumbrado sin mayores problemas; si el mismo Rubalcaba ha alabado las bondades de dicha medida, ¿por qué razón se vuelve otra vez a los 120 km/h, en lugar de mantener los 110 indefinidamente?

No lo entiendo. El candidato a presidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, justifica la medida argumentando que el precio del barril de petróleo ha bajado y que todas las previsiones apuntan que va a seguir bajando. No se ustedes, pero yo no me lo creo. Él sabe de sobra que el precio del petróleo no bajará, sino más bien todo lo contrario: la todavía exigua producción de energías limpias, la fuerte demanda de los países emergentes, la del resto del mundo y la escasez de reservas petrolíferas se encargaran de poner este preciado combustible por las nubes, nunca mejor dicho.

En resumen, con esta decisión del Gobierno de Zapatero, todos saldremos perdiendo: aumentará nuestra dependencia energética, perderemos calidad del aire y, lamentablemente, también perderemos más vidas. No olvidemos que el tiempo es importante, pero es más saludable consumirlo despacio. Correr no siempre significa llegar antes; algunos, por tanto correr, ni siquiera llegan.

He mirado en todos lados, he vuelto del revés la casa y, sin embargo, las llaves no aparecen, es como si se las hubiera tragado el piso. Abrí la puerta de abajo, miré si había cartas por los suelos y todas eran del banco y para el vecino, al vecino lo han cogido bien de dónde te cogen y me alegré de que a nosotros no, y subí las escaleras. Hasta ahí bien, hasta ahí tenía las llaves porque abrí la puerta de arriba, porque como veis estoy dentro y llevo toda la tarde aquí, al principio leyendo un poco y luego después buscándolas, más de media tarde revolviéndolo todo y nada.

No digáis que me las dejé puestas porque no, porque vosotras habéis entrado y porque fue lo primero que se me ocurrió, que las llaves estuvieran puestas en su sitio, encajadas en su lugar en el mundo. He mirado en tu cuarto, Alessia, y he mirado en el tuyo, Sara, he mirado en vuestras habitaciones a pesar de que no recuerdo haber estado en ellas, imaginaos, haceos una imagen de hasta dónde he buscado: no ha habido cajón que se me resista.

Ahora sé donde está todo, hasta las cosas más olvidadas sé dónde están, lo he encontrado todo menos las llaves, no me explico esta caraja pero están aquí, en casa, seguro, de eso no tengo dudas.