Alonso nunca se rinde
El alemán realiza ante su público la peor carrera del año y se queda esta temporada por primera vez fuera del podio El asturiano fue segundo por detrás de Hamilton y recorta seis puntos a Vettel
NÜRBURGRING. Actualizado: GuardarLa Fórmula 1 exige carreras divertidas e histéricas como la de Alemania, un regreso a los adelantamientos y a los gritos en una réplica a los comentarios dirigidos sobre los domingos de coches en la hora de la siesta. Nürburgring, helado el bosque y el asfalto con unas temperaturas invernales impropias de la época de playa y chiringuito, devuelve una pizca de vida a este Mundial que todavía late con medio curso por delante, empeñado Alonso en aguantar hasta el final porque él nunca se rinde. Ni él, segundo ayer en una carrera excitante, ni tampoco Lewis Hamilton, orgullo de McLaren en un tortuoso camino a la desesperada para alcanzar a los estratosféricos Red Bull. En el peor fin de semana del año de los coches energéticos, Webber fue tercero y el líder, Vettel, terminó cuarto. Alonso sigue estando lejísimos, pero ahora un poquito más cerca.
Al asturiano le aprieta el calendario y una diferencia sideral que se ha encogido una talla en las tres últimas carreras de sonrisas en Ferrari, contraste evidente en el rostro, ya que ha sido el piloto que más puntos ha sumado desde Valencia. Vive pendiente de su mejorada y alegre máquina y reclama en esta batalla aliados para compensar la aplastante superioridad de un Vettel que ahora deberá negociar con la presión. Es noticia el germano porque en la foto de Alemania no está su dedo impertinente que tanto ha exhibido, condenado ayer a una lucha menor con Massa de la que salió victorioso sobre la bocina por un problema de tuercas del brasileño. Esta vez, Massa fue un notable escudero hasta el último paso por el garaje. Vettel nunca optó a cotas más ambiciosas, no pudo.
Intenso Ferrari
Fue un domingo de emociones, angustioso por la negritud de las nubes que al final respetaron una carrera en seco por el bien de los sufridores. Incertidumbre hasta el segundo antes de la salida y, a partir de ahí, todos a correr en un intercambio de golpes magnífico que alteró el guión establecido después de la primera curva. Webber, al que la pole no le sienta demasiado bien porque ha sido incapaz de dar un giro como líder en las tres ocasiones que ha partido desde el primer cajón, cedió su posición sin resistencia a Hamilton y Alonso cumplió su amenaza al pisar más tarde que Vettel, aunque un despiste le volvió a colocar cuarto. Una vuelta para los nostálgicos, el preludio de lo que vendría a continuación.
Al líder, sin embargo, le aguardaba un viaje a lo desconocido. Hizo un trompo justo después de que Alonso le superara, su bólido tuvo problemas con los frenos traseros, se salió de pista durante unos metros y Massa le mantenía en el grupo perseguidor, lejos de la cabeza. Ahí, en la distancia, debatían Hamilton, Webber y Alonso, aliados a la caza de un objetivo común. Todos contra Vettel.
La carrera se decidió en el callejón, un escenario de nervios en donde no vale ni un parpadeo de más. Hubo un efímero alegrón en Ferrari cuando Alonso salió por delante de sus compañeros de fuga, pero se esfumó en un suspiro porque Hamilton llegaba como un tiro y las ruedas del español tiritaban de frío. De ahí hasta el final, sin novedades al frente, aceptado el segundo como un buen resultado porque los domingos de Ferrari se viven con la intensidad de antes, equiparadas las fuerzas que se desnivelan los sábados a una vuelta. «Estoy contento porque hemos estado en condiciones de optar a la victoria», reconoció Alonso.
El Mundial se juega desde ya al todo o nada. Así lo entienden los que circulan con largas y siguen la estela del líder. Sin tregua, maleta y rumbo a Hungría para la carrera del próximo domingo, última parada antes de las vacaciones. Ahí se decide si al campeonato se le concede otra oportunidad o si hace del segundo tramo de curso un trámite sin emoción. Alonso se resiste.