Editorial

Terror en Oslo

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Varias explosiones de indudable origen criminal y un tiroteo en una reunión de las juventudes del partido socialdemócrata (en el Gobierno) causaron ayer una docena de muertos y muchos heridos en Oslo y en una pequeña isla cercana en el fiordo de la capital. El primer ministro, Jens Stoltenberg, cuya oficina está al lado del lugar del ataque en el centro, está ileso, pero fue trasladado a lugar seguro bajo fuerte custodia y el palacio real fue rodeado por efectivos del ejército. Noruega, un país modelo por su democracia social, su nivel de vida y su generosa y apreciada conducta internacional, carece, de precedentes y una mezcla de sorpresa y temor vació las calles del centro a la espera de noticias. Sin reivindicación inmediata es imprudente hacer hipótesis, pero el lugar de los ataques y los disparos sobre los jóvenes militantes laboristas sugieren una motivación política. Noruega tiene tropas en Afganistán y es miembro de la OTAN. Eso no permite ir más allá en los objetivos buscados por los terroristas, pero es el único indicio disponible para situar la autoría de actos terroristas tan crueles, cobardes e inmerecidos.