Brancacci
Actualizado: GuardarEn Florencia, alejada de los tradicionales lugares donde acude el turismo de masas, en el barrio de Oltrarno y en la Iglesia de Santa Maria del Carmine, se halla la que a decir de algunos constituye el acta fundacional del Renacimiento, allá por el 1425, y es llamada por otros la Capilla Sixtina del primer Renacimiento: la Capilla Brancacci. Su lejanía del centro historico permite ser contemplada con la serenidad compartida solo por algunos turistas entendidos que allí se acercan. Quien llega hasta el Carmine, sabe a lo que va. La historia de esta capilla bien merece ser contada. La construcción fue un encargo de Pietro Brancacci y comenzó en 1386. Se construyó de acuerdo con las disposiciones testamentarias de Pietro. El patrón de la decoración pictórica fue Felice Brancacci, descendiente de Pietro y próspero mercader en sedas, quien había servido como embajador florentino en El Cairo hasta 1423. A su regreso a Florencia, contrató en 1424 a un consumado maestro pintor: Masolino da Panicale. Le acompaña un discípulo de 24 años llamado Masaccio, que muestra ya los claros trazos de ser un auténtico genio, a punto de superar a su maestro. Masolino ha cumplido ya los cuarenta . Juntos, y en la que puede presumirse respetuosa, caballeresca pero audaz competición/colaboración artística, inician la decoración de la Capilla pintando los frescos. Ambos son conscientes de la obra encargada, y entienden que la ambición por destacar no puede plasmarse a costa de romper la unidad y la coordinación de la obra. Así, en una prodigiosa pero visible tensión artistíca entre lo nuevo y lo antiguo, a la que no son ajenos ni uno ni otro, consiguen una perfecta coordinación de labores, merced al empleo de una misma gama cromática y de una misma concepción del punto central de vista: el de un imaginario espectador que se situase en el centro de la capilla. Con todo, es perceptible la fuerza y la juventud del discípulo que, a través de su pincel, mira ya a los nuevos tiempos artísticos que se ciernen sobre el arte, y el viejo pero soberbio estilo de un todavía joven maestro. Ambos no verán terminada su obra. Masolino se marcha ese mismo año a Hungría, y, pese a continuar Masaccio, fallecerá en 1428 en Roma se dice que envenenado. Solo a partir de 1480, Filipino Lippi, con fidelidad a lo realizado, completará las pinturas. Las pinturas de una pequena capilla donde dicen que nació todo un estilo artístico. Que Dios tenga siempre en su Gloria a Masolino, a Masaccio y a Lippi.