La Policía traslada a una mujer herida en la explosión. :: THOMAS WINJE / OSLO
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«Hay personas cubiertas de sangre tiradas por la calle»

«Hay personas cubiertas de sangre tiradas por la calle. Es un caos total», afirmó uno de los testigos Al ataque le siguieron escenas de pánico y desesperación

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El caos que se apoderó de la zona de los edificios gubernamentales de Oslo sorprendió a noruegos y turistas al comienzo de una tarde de viernes. «Puede haber mucha gente afectada, nos tememos lo peor», confesaba a BBC News el responsable de Comunicaciones de Cruz Roja en la ciudad, Oistein Mjarum. Algunos testimonios confirmaban poco después la existencia de víctimas mortales y de numerosos heridos como consecuencia de la explosión.

«Hay personas cubiertas de sangre tiradas en la calle. Hay cristales por todas partes, es un caos total. Los cristales de todas las ventanas de los alrededores han volado», relataba Ingunn Andersen, un periodista de la radio pública noruega NRK desde el escenario del atentado. Un usuario de Twitter escribió que se había perdido en la ciudad y que, de hecho, tendría que haber llegado a la zona de la explosión en el momento crítico. «Tuve suerte, porque debería estar muerto ahora».

Siv Hartvigsen estaba ayer en la capital de vacaciones, y explicaba que salió de la zona de peligro en cuanto pudo. «Estaba parado en Eger Torget, junto al lado del Stortinget (el Parlamento noruego) y escuché la tremenda explosión. El edificio tembló durante largo rato». «Es el peor día de la historia noruega», lamentó Christian Aglen, responsable de una web financiera.

«Los ejecutó sin más»

A unos kilómetros de allí, en una isla idílica del fiordo de Oslo, un hombre disfrazado de policía abrió fuego cuando unos 600 jóvenes de las juventudes laboristas. «Un hombre con ropa de policía llamó a jóvenes diciéndoles «vengan aquí» y los ejecutó sin más», declararon varios testigos.

Algunas personas intentaron huir echándose al agua, según testigos. «Recibí un mensaje de correo que decía: disparan, me escondo», contó el padre de una de las jóvenes que participaba en el campamento de verano. «Nos hemos intercambiado mensajes de correo. Me dijo que no la llamara para no revelar su posición al que disparaba», añadió .