'Txeroki', condenado por primera vez en España
MADRID. Actualizado: GuardarPrimera condena en España al que fuera jefe militar de ETA entre 2003 y 2008, Garikoitz Aspiazu Rubina, 'Txeroki'. La Audiencia Nacional impuso ayer al terrorista 377 años de cárcel por el intento de asesinato de la exteniente de alcalde de Portugalete (Vizcaya) Esther Cabezudo el 28 febrero de 2002. La alta pena se explica porque la Sección Primera de la Sala de lo Penal condena a 'Txeroki' por 20 delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa, tantos como heridos provocó la explosión del carrito de la compra cargado de explosivos, y otro de estragos terroristas.
El tribunal consideró probado que en los primeros meses de 2002 Aspiazu integraba el 'comando Olaia' de ETA junto con Idoia Mendizábal y Asier Arzalluz, que ya fueron condenados el pasado marzo por estos mismos hechos a una pena idéntica. Este 'talde', que usaba como escondite un piso alquilado por Gorka Martínez Arkarazo en Amorebieta, decidió, dentro de su campaña contra concejales que consideraban «españolistas», asesinar a Cabezudo aprovechado que la política socialista junto a su escolta Ignacio Torres solía ir caminado al consistorio.
Los terroristas armaron un artefacto explosivo con 20 kilos de titadyne que se activaba con un radio mando y escondieron la bomba en un carro de la compra en la calle Casilda Iturriza, cerca del ayuntamiento portugalujo. Sobre las 9.10 horas del 28 de febrero de 2002 los etarras activaron la carga. La edil y su guardaespaldas salvaron la vida porque ese día fueron al consistorio por la acera contraria a la del carrito-bomba. Según la sentencia, el artefacto era «apto para causar la muerte de la teniente alcalde, del escolta y de cualquier persona que se encontrase en las inmediaciones». De hecho, además de Cabezudo y Torres, resultaron heridos otros 18 vecinos.
Los jueces hacen hincapié en la envergadura del atentado. «Se trató de una acción muy violenta por la enorme cantidad de explosivo utilizado, que originó unos efectos terribles. Solo una afortunada coincidencia libró a las víctimas de la que de otro modo hubiese sido una muerte segura.», relata el fallo.