Acuerdo europeo
Los líderes de la UE dan por fin ejemplo de que debe primar el interés general
Actualizado: GuardarLos líderes de los países de la zona del euro por fin han hecho sus deberes antes de irse de vacaciones. En la cumbre de ayer, y bajo una intensa presión de los mercados, dejaron de un lado sus peligrosas vacilaciones, excesivas cautelas y abiertos enfrentamientos y consiguieron presentar una batería de medidas para volver a rescatar a Grecia y, sobre todo, atajar de una vez por todas el posible contagio de la situación agónica de este país a otros miembros de la moneda única. El compromiso con el futuro del euro ha sido claro y no simplemente un ejercicio de retórica. La reacción de los mercados no se hizo esperar: las aguas parecían volver a su cauce y se alejaban las amenazas de un apocalipsis financiero europeo. Básicamente, dichas medidas se traducen en permitir un impago selectivo de Grecia a los bancos privados, que tendrán que renovar sus bonos griegos con tipos de interés más bajos y mantener esta inversion durante plazos de hasta treinta años. El Banco Central Europeo no era muy partidario, pero ha prevalecido la lógica política. También se ha decidido que el fondo europeo de rescate tendrá más poder y podrá utilizarlo de manera más flexible para ayudar a los países del euro, comprando su deuda o recapitalizando sus bancos de forma preventiva y no cuando es demasiado tarde, todas ellas labores propias de un verdadero Fondo Monetario Europeo. La cumbre es por lo tanto un ejemplo de actuación en favor del interés general europeo, que exigía aligerar la carga que se había impuesto a los países rescatados. A partir de ahora, Grecia, Irlanda y Portugal tienen un plazo para reducir el tamaño de sus Estados, sanear sus economías y un día volver a crecer y a financiarse sin ayudas de la Unión y del FMI. El resto de los países de la eurozona con problemas económicos a su vez saben que no pueden cejar en las reformas. Las agencias de 'rating' tienen que decidir cómo evalúan la nueva situación y pueden ser culpables de nuevo de un deterioro de la confianza, un argumento más para regularlas cuanto antes y evitar su actuación basada con demasiada frecuencia en conflictos de intereses.