MILENIO

PUGNAS DE TABERNA

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La sociedad española y la andaluza a remolque están atravesando un periodo de recalentamiento con antecedentes: la guerra civil, cada año, estaba más lejos de la memoria colectiva de los españoles y todo marchaba con cierto ritmo y relajación. Pero surgió lo que era inevitable: la resurrección, por decirlo de alguna forma, de una concreta prensa integrista y asfixiante que al conjuro del recuerdo de la contienda civil española exhibió sin rodeos todo el rencor y la violencia acumuladas en el tiempo que en su momento histórico provocó en la sociedad española de mitad del siglo pasado el cruento enfrentamiento de las dos España. Y así, muchas heridas que parecían olvidadas, volvieron a exhibirse.

Y es lo más lamentable. Después de varias décadas, siete, por precisar, desde la finalización de la Guerra Civil española, la sociedad nacional podía mirar hacia atrás sin mayores rencores. Pero la formación y concentración ideológica de una prensa integrista que cada mañana, tarde y noche recuerda con saña dialéctica aquel drama nacional que estremeció a la sociedad internacional de la época, no es, desde luego, la mejor de nuestras referencias. Y son los mismos de siempre que no acaban de asumir y aceptar la evolución de esta sociedad nuestra moderna y abierta que concreta sus fuerzas y su proyección hacia un futuro conjunto en el que quepan todos, cada uno con su tono vital y que resulte de lo más normal la confrontación de ideas y pareceres. En Andalucía, dentro de lo que cabe, guardamos las distancias y las formas.

Natural. Violencia verbal entre cortesanos, podríamos decir, comentaristas de la vida política, violencia dialéctica en las Cámaras representativas, informadores con sus frustraciones y sus arañazos en la piel, desalentadas criaturas convencidos de que no recibieron los reconocimientos adecuados, y mucha "guasa" en los círculos de poder que se sienten desplazados. El cruel espectáculo humano de las cuentas pendientes, las deudas no eliminadas y atávicos rencores que provoca esta sociedad contemporánea cruel y violenta en su latido diario. Mientras todo sucede, los mandatarios políticos no aciertan siempre como apagafuegos, sino al contrario: prolongan enfrentamientos y dificultan los necesarios consensos en la sociedad. Es decir, algo perniciosamente infantil alienta en la vida política andaluza, con sus celos ridículos y sus pugnas de taberna.