Sociedad

La mujer más odiada de EE UU

O la condenaban a muerte o a cadena perpetua, pero ha sido absuelta de matar a su hija de 2 años. La pequeña le arruinaba sus noches locas

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Bella vita. Es el lema que preside el hombro izquierdo de Casey Anthony. Se hizo el tatuaje cuando su pequeña Caylee de 2 años yacía ya muerta en un bosque de Florida. Con su boquita tapada con cinta aislante y liada en una bolsa de plástico. La misma cinta aislante y la misma bolsa de plástico que los chicos del sheriff del condado de Orange encontraron en el hogar de los Anthony. El «infierno» que ahora dice vivir no impidió a la joven de 26 años protagonizar mil y una fiestas nocturnas en los meses en los que a su hijita parecía habérsela tragado la tierra. Internet está inundada de fotos de sus parrandas. 'Gerus', un experimentado perro policía, detectó olor a descomposición en el maletero del Pontiac de Casey. El examen de un forense halló en el vehículo hasta un pelo de la niña con una banda negra en su parte central, un aspecto que el cabello solo adquiere tras la muerte... Casey ocultó durante un mes que su hija había desaparecido. Mintió a la policía sobre una falsa niñera a la que acusó del secuestro y un inexistente trabajo en Universal Studios. Y se mostró «fría y ausente de emociones» cuando la Policía la interrogó mientras el paradero de Caylee era aún un misterio.

Hasta que la niña apareció muerta. Casey se sentó en el banquillo de los acusados por asesinato. Y todo Estados Unidos hacía apuestas sobre si le caería la pena de muerte o la cadena perpetua.

Pero el jurado la absolvió. Ni los padres de la joven, Cindy y George, mostraron un atisbo de emoción en la última fila de la sala del jurado del tribunal de Orlando al escuchar de boca del juez Belvin Perry el veredicto de inocencia de su hija. No se abrazaron. No lloraron. Se levantaron, andaron hacia la puerta y se marcharon.

Casey está sola. Y amenazada.

«Esconde a tus críos, Casey vuelve a la acción», tituló el domingo 'The New York Post', el rotativo del inefable Rupert Murdoch. «Arpía» la ha llegado a llamar la prensa 'seria'. El diablo con cara de ángel es hoy la mujer más odiada de Estados Unidos. En Facebook se multiplican las páginas de lemas tan poco velados como 'Dejadnos matar a Casey'. En la red se han publicado hasta documentos de la investigación en las que aparecen su dirección en Florida, sus números de teléfono y hasta su permiso de conducir.

Ofertas del cine porno

Desde que el domingo saliera de la prisión de Florida se ha esfumado. Muchos creen que anda en Puerto Rico, la patria de su abogado defensor, José Baez, un letrado del montón elevado a la gloria del estrellato mediático tras lograr la absolución de su cliente. Algunos le recomiendan la cirugía estética. Cambiar su cara para salvar su vida. «Ella corre un gran peligro. Si empieza a ir a programas de la tele y a protagonizar intervenciones públicas, entonces su riesgo se convierte en extremo», advierte John Kendall, un policía especialista en protección de testigos.

Su caso ha eclipsado al otro lado del charco al del controvertido Dominique Strauss-Khan. «El juicio del siglo», según la revista 'Time'. El caso 'O. J. Simpson 2' para otros medios. Las televisiones por cable emitieron durante las seis semanas que duró el caso una programación cercana a las 24 horas. Su audiencia aumentó el 150%. 142 millones de espectadores siguiendo el instante del veredicto por radio o televisión. El 91% de audiencia. Y el circo no ha tardado en llegar. Casey tiene ya hasta ofertas de la industria porno. «La gente quiere verla desnuda», proclamó Steve Hirsch, mandamás de la productora de películas para adultos Vivid Entertainment. Las editoriales se frotan las manos. Se habla de hasta 10 millones de dólares si la enigmática madre se decide a escribir un libro.

Y nadie se acuerda de Caylee...

«Fue una noche loca». Casey Anthony se lo confesó a una vecina poco antes de tener a su pequeña. Caylee (con un parecido tan razonable como dramático con otra niña devorada por la tragedia, Madeleine McCann) nació el 9 de agosto de 2005. No cumpliría los tres años. El fiscal fue descarnado sobre qué llevó a Casey a acabar con la vida de su propia hija. Madre soltera (no hay ni rastro del padre), la acusada sentía que la niña era una carga, un impedimento para sus noches locas. El 16 de junio de 2008 madre e hija salieron de la mano de la casa de los Anthony camino de un inexistente trabajo en Tampa. Casey aún vivía con sus padres. Nadie la volvió a ver jamás viva. El fiscal sostiene que la joven la asfixió, que ocultó su cadáver durante un mes en el maletero de su Pontiac. Cuando el hedor se hizo insoportable abandonó el cuerpo en un bosque. Hasta julio no se denunció su desaparición. Y no lo hizo Casley, sino su madre. En diciembre, cuando apareció el cadáver, la joven fue arrestada.

Su versión de los hechos es peregrina. Pero José Baez la ha defendido hasta la victoria. Su golpe de efecto descolocó al jurado, siete mujeres y cinco hombres 'secuestrados' durante seis semanas en un hotel, aislados de cualquier influencia. Los analistas judiciales señalan que su confinamiento les arrastró a lanzar un veredicto en solo 11 horas, ansiosos por quedar 'libres' y agarrándose a la falta de pruebas directas que incriminen a Casey con el crimen.

Y José Baez estuvo muy listo.

Incesto.

Eso puso sobre la mesa el letrado puertorriqueño. Aseguró que el padre de Casey, ex policía, había abusado de ella desde que tenía ocho años, que la niña se ahogó en la piscina de los Anthony y que el abuelo planeó maniatar con cinta aislante a la pequeña y abandonarla en un bosque para simular un homicidio. Atemorizada por media vida de abusos, enmudecida por el miedo, Casey habría secundado el plan de su padre. El propio George Anthony lo negó todo en el juicio. Pero Baez ya había sembrado una duda letal...

De nada sirvió que la Policía hallara en el ordenador de los Anthony el rastro de búsquedas en Google sobre 'cómo fabricar cloroformo' (en el cadáver aparecieron restos) o 'rotura de cuello'. O un macabro dibujo (creado cuando el cadáver aún no había aparecido) en el disco duro en el que una niña casi idéntica a Caylee mira un osito ahorcado. Y una frase: «¿Por qué las personas matan a las personas?».

Estados Unidos aún arde. Un 70% de los norteamericanos creen que es culpable. Muchos piensan que Casey ya tiene su propia condena. Michael Mantell, psicólogo de la Policía de San Diego, es uno de ellos: «Ella jamás va a poder ser una ama de casa tranquila y común. Le espera la pesadilla de la prensa. La usarán como un pelele. Lo mejor que puede hacer es irse lejos, muy lejos...».