ALCALDES

Estamos entrando en un periodo histórico en el que abundan las curvas cerradas, las contradicciones de los más cínicos, las boutades de adolescentes e incluso la fugaz irrupción en la vía pública de grandes pecadores que luego retornaron al ejemplar vientre de la vida pública contritos, tras reconocer sus numerosos pecados. Por ejemplo, el admirable Arenas, quien ha declarado en público, como los antiguos cristianos, que luchará en la calle como en el Parlamento la exclusión de los alcaldes en las Cámaras de alta representación. «Un golpe al municipalismo» proclamó un encendido afectado por perder media generosa asignación económica y de representación política.

O el gran Gordillo, el alcalde sin fecha de caducidad de Marinaleda y en posesión de numerosos trienios como el más veterano prócer del municipalismo andaluz. Ha largado también la señora alcaldesa de la sufrida ciudad de Valencia, doña Rita Barberá, una señora que se entregó a la gestión pública con fervor y dedicación impecables y siempre defensora del irregular presidente regional, Francisco Camps, un señor de buena percha y de demostrada paciencia ante los ataques de los envidiosos.

La historia que nos ocupa sobre la 'agresión' al municipalismo es tan alertadora como orientativa. Dicho en costumbrismo popular: «A nadie le agrada que le metan mano en la cartera». Hay que aceptar la indignación de Sánchez Gordillo, el sobresalto de Arenas y el sospechoso silencio de los no afectados, aunque al PSOE, también, pues en comparación con los populares tiene menos alcaldes en las Cámaras que una organización de acogidas de 'sin papeles'.

También a IUCA le han metido la mano en la cartera; recordemos que además de Sánchez Gordillo, la coalición colocó a Diego Valderas en la alcaldía de su pueblo, Bollullos Par del Condado, y en otros pueblos de Huelva con el desplome socialista. Una frase brillante de queja de IUCA: «Con la prohibición lograrán eliminar, los socialistas, a los personajes emblemáticos en cada provincia de la coalición».