Jerez

«Me cruzo con los acusados y no me miran a la cara»

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Esa fatídica noche del 31 de diciembre de 2007, Rocío Vázquez salió de casa de su madre tras tomar las doce uvas y justo en ese momento le impactó un petardo de grandes dimensiones directamente en la cara. A su alrededor se encontraba un grupo de personas a no mucha distancia que se había dedicado a arrojar el material pirotécnico, aunque finalmente solo dos de ellas han sido imputadas formalmente por los hechos. Se trata de F. J. C. P y de su hijo M. C. G, que regentan un bar en Los Albarizones en el que, según confirmó la Policía en su momento, se dedicaban a vender petardos y cohetes adquiridos en la localidad sevillana de Lebrija.

Durante todo el tiempo transcurrido desde entonces, la joven se ha cruzado a los dos presuntos autores de forma constante por la barriada, sin que éstos hayan dejado translucir ningún tipo de emoción al respecto. «Yo me los cruzo por aquí y no me miran ni a la cara -lamenta la perjudicada-. No sé por qué lo hacen, yo desde luego no he hecho daño a nadie». Después de tres años y medio, espera que les caiga la pena máxima que les pueda imponer la justicia y, sobre todo, que se ejerza un mayor control sobre la pirotecnia para que nadie sufra en sus carnes lo que está padeciendo ella.