
«Torear me completa como persona»
Conchi Ríos NovilleraA los 18 años, cambió los libros por el capote. «Pero era una estudiante aplicada. Hubiera sacado cualquier carrera»
MADRID. Actualizado: GuardarFinito de Córdoba le dijo que hacía años que no veía a nadie torear con tanto sentimiento como ella. Conchi Ríos (Murcia, 1991) era una adolescente que recorría Andalucía con su abuela para aprender todo sobre este arte. «Era una esponja. Quería conocer a matadores, banderilleros, ganaderos y buscarme la vida», recuerda. El 9 de julio, Conchi hizo historia: fue la primera novillera en cortar las dos orejas del mismo astado y salir por la puerta grande de la plaza de toros de Las Ventas, tan solo dos semanas después de haber sufrido una grave cogida en Francia. Solo Cristina Sánchez lo había conseguido. Pero sin desorejar al animal.
-¿Considera a Cristina Sánchez un referente?
-Tanto ella como Maribel Atienza son mujeres dignas de admirar. Ojalá llegue donde han llegado y se abran nuevos horizontes.
-¿Lo tiene usted más difícil?
-Nunca me he planteado que lo tenga más difícil por ser mujer. Ser torero es muy difícil para todos.
-Triunfó en Las Ventas con la cornada aún fresca en el muslo.
-Hice un juego psicológico. Me quité el vendaje y me puse mis medias para que la mente no se centrara en ella. Cuando nos ponemos una tirita, estamos pendientes de no golpearnos, y se pierde concentración.
-¿Qué recuerda de esa tarde?
-No me dio tiempo a torear mucho con el capote. Recuerdo la angustia porque el animal no me soltaba. Y notaba cómo el pitón me desgarraba la pierna. Fue muy duro.
-¿Compensa la tarde en Las Ventas el dolor de la cogida?
-Por supuesto. Compensa todo. Los toreros tenemos que estar preparados para estos percances. Por eso es una profesión tan bonita, porque te juegas el físico.
-Ya tiene otras cicatrices en su cuerpo...
-Tengo tres más: en el muslo, en la axila y en el gemelo.
-¿Ha tenido que aprender a ser fuerte?
-Desde la primera cornada me tuve que mentalizar. Las cornadas vienen incluidas en la profesión.
-¿Siempre quiso ser torera?
-No he sido la típica niña que toreaba con trapos. Pero estoy abonada a la plaza de toros de Murcia desde que tengo uso de razón. A los 15 años, viendo al maestro Pepín Liria le dije a mi abuela que yo quería estar allí abajo.
-¡Qué decisión! ¿Qué le pareció a sus padres?
-Muy mal. Sobre todo a mi madre. Soy hija única y le afectó bastante que quisiera jugarme la vida ante los toros. Pero cuando vio que torear me completa como persona, cambió. Viene a verme y me graba con la videocámara para que yo luego pueda ver los defectos.
-¿Sufre mucho?
-Yo creo que sí. Pero lo lleva muy bien. Es la que más me exige.
-Tuvo que dejar los estudios para dedicarse a este oficio.
-Al terminar bachiller lo dejé. No podía compaginarlo, y no me llevo bien con los ordenadores para estudiar por Internet.
-¿Era de ciencias o de letras?
-De educación física (risas). Pero siempre me han gustado mucho la física y las 'mates'. Era una estudiante muy aplicada. Hubiera podido sacar cualquier carrera.
-¿Qué hizo con su primer sueldo como novillera?
-Creo que lo guardé. Soy muy ahorradora. No fue mucho: 100 euros.
-¿Ahora le da para vivir?
-Podría hacerlo, pero en malas condiciones.
-En Barcelona ha cortado dos orejas en la Monumental. ¿Le da pena no volver a hacerlo?
-¡Hombre! Mucha. Prohibir algo me parece fatal. Una cosa es que la gente no quiera ir a las corridas, pero creo que es más un tema político.