Benjamín Prado acaba de publicar la novela 'Operación Gladio'. :: LA VOZ
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«Dudo de todo lo que me dicen que no piense»

El autor madrileño desvela los detalles de su novela 'Operación Gladio' en el marco de los Cursos de Verano de la UCA Benjamín Prado Escritor

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«A toda esa gente que sufrió cárceles, exilio, oprobios y muerte, no se le ha dado el verdadero cambio». No habrá sistema, por mucho que sea de apellido democrático, que devuelva a esas personas que se esconden tras los negros números de una etapa que parece nunca superarse, la esperanza de un futuro. Algunos se conforman y reconfortan con el esclarecimiento, la justicia, legal y moral; la tristeza compartida.

En la lucha, éstos se encuentran a menudo con Robin Hoods de la literatura, con plumas que emplean el rigor (el que se le supone) del periodismo y la imaginación del escritor para sembrar de dudas lo oficial. La de Benjamín Prado es cartesiana. Así lo aseguró el propio autor ayer durante su participación en el seminario 'El ideario de la Constitución de 1812. Validez y proyección en el siglo XXI' que se imparte en el marco de los Cursos de Verano de la UCA. «Siempre dudo de aquellos episodios que nadie cuestiona, de esos en que la mayoría te dice que no pienses», avisó el madrileño. Y como el periodo de la Transición española, «transacción» para Prado, reúne esas características, el escritor ha elaborado 'Operación Gladio' (Alfaguara, 2011), una novela en la que indaga sobre la realidad de esta red de anticomunistas que operó en Europa durante la Guerra Fría. «Hay quien asegura que mientras que la bala que mató a Hitler seguía caliente ya existía la Guerra Fría», apuntó el también autor de 'Mala gente que camina', una obra en la que «describía el contenido de la de línea política de la dictadura franquista, que tenía un clara voluntad de exterminio de la diversidad», según resumió el presentador del acto Juan José Téllez.

Así, despojado de la cómoda ingenuidad de los que no se plantean nada, el madrileño aseguró no creer en las dos Españas, «pero sí en el hecho de que hay una serie de personas cuyas reivindicaciones, aunque razonables, no dejan de ser molestas para otros». Se refiere a esas por las que combaten los grandes perjudicados del régimen del «funeralísimo», los abanderados de la memoria histórica y al que Prado le hado voz en su novela a través de uno de sus protagonistas, un impresor republicano capturado en Francia, ejecutado cerca de Madrid y, veinte años más tarde, enterrado en secreto en el Valle de los Caídos, cuyos restos intenta recuperar su hija (los informes arrojan que podría haber 30.000 republicanos en esa situación).

Magnicidio de Carrero Blanco

Las otras figuras claves de 'Operación Gladio' son la periodista Alicia Durán, encargada de investigar todos estos hechos, y Juan Urbano, el personaje central de 'Mala gente que camina'. La figura del impresor, colaborador de Antonio Machado y Manuel Altolaguirre, le sirve al autor para lanzar una reflexión romántica. «Qué ingenuidad la de los republicanos, pensar que la poesía iba a parar las balas. Aunque sea así, a mí me gusta pensar en que hay un interés un poco más allá de la literatura, que ésta sirve para algo. Esa idea de respeto a los libros, de que es más importante salvar un poema que una ciudad, me fascina, me resulta muy emocionante».

Y la reacción que se encontró Dolores, la hija del impresor, ayuda a Prado a criticar el mantenimiento de «tics de la dictadura» enmascarados en una supuesta democracia. «Esa gente acusa a todos estos familiares de querer reabrir heridas y de poner en peligro la estabilidad del país y me rebelo ante eso. Les acusan de 'guerracivilistas'. Lamento que haya todavía cabezas militares», continuó el madrileño.

Otros de esos grandes episodios olvidados por la oficialidad de los que duda Benjamín Prado es el del asesinato de los abogados de Atocha, en los que participaron los pistoleros de Gladio. Para su relato, el autor se ha basado en el rigor de un historiador. «Se investigó hasta que se llegó a la CIA, a partir de ahí se dio la vuelta al caso. Como oficial y verdad combinan muy mal, como lo oficial es una losa, decidí escribir una novela. El novelista puede jugar con la verdad, el historiador necesita de la prueba», subrayó. Y cómo a Prado se le exige que lo que cuenta sea verosímil, en 'Operación Gladio' Prado se plantea qué tenían en común la muerte de los abogados laboralistas, el atentado del almirante Carrero Blanco, los atentados de los GRAPO, la guerra sucia contra ETA y la violencia que jalonó la Transición española.

Prado ya ha llegado a una conclusión, aunque la esconde en forma de pregunta, sobre el magnicidio de Carrero Blanco. ¿Participó la CIA en él? «En esa época España dejó de ser un problema para convertirse en un bombón. Además, ese día estaba en Madrid el Secretario de Estado de EE UU, Henry Kissinger, y el asesinato se produjo muy cerca de esta embajada. EE UU estaba enfadado con España por no permitir el uso de sus bases para la Guerra del Yom Kipur... Con todo, pienso que, como mínimo, la CIA dejó hacer...» Le apoyó Téllez, «es cierto, donde no llega la investigación policial, puede hacerlo la intuición del narrador».