El Carranza y Los Cármenes
Actualizado: GuardarLa firma del contrato para la gestión deportiva del Cádiz por parte de Quique Pina viene a aunar los destinos del fútbol granadino y gaditano y, seguramente, a propiciar la hermandad entre ambas aficiones. Aunque nada más que sea por eso, ya es bastante positivo. A pesar de que los cadistas se vanaglorian de que caen bien a casi todo el mundo, la realidad es que no son muy bien recibidos en muchos puntos de Andalucía, sobre todo por una buena parte de los aficionados de clubs importantes (Málaga, Sevilla, Betis, Jerez y últimamente Córdoba, a causa de los recursos presentados por el Cádiz que podían haber provocado el descenso de ese equipo y la permanencia en segunda del nuestro). Hay que atravesar Despeñaperros para que esa simpatía sea patente, posiblemente porque fuera de nuestras fronteras andaluzas no hemos disfrutado de tantas rivalidades deportivas. Incluso en San Fernando, donde hay un buen número de abonados cadistas, todavía pervive una pequeñísima parte de la afición que odia al Cádiz, fruto de muy antiguos desencuentros.
Quique Pina exige en el Cádiz que los aficionados rellenen el cemento del estadio. En Granada, actualmente, su problema es al contrario: el campo está abarrotado y es insuficiente para dar cabida a todo el que desea ver el fútbol en directo. El moderno estadio de Los Cármenes, de 1995, no se concibió para estar en primera, y tiene un aforo de sólo 16.200 espectadores. Aunque Quique Pina presione, el alcalde granadino no está dispuesto a gastarse una millonada para construir uno nuevo mucho más grande. Además, con la experiencia de Cádiz, sabe que una obra de ese calado puede eternizarse y tardar más de 10 años. El Ayuntamiento de Granada solamente ha aceptado efectuar pequeñas remodelaciones: una reducción de espacio entre los asientos, colocar y alquilar gradas supletorias y aprovechar el volumen disponible en las cuatros esquinas, para obtener un total de 23.000 asientos.
Cuando las obras de ampliación del Carranza estén terminadas su aforo rozará los 25.000 espectadores, con muy pocas posibilidades de ampliación. En el penoso pozo de la segunda B parece una utopía imaginar un estadio lleno, aunque si estuviéramos en primera división seguramente el estadio resultaría pequeño. ¿Nos ocurrirá lo mismo que al Granada?