AL ITÁLICO MODO

Todos los europeos, hayamos nacido donde hayamos nacido, somos de Roma, no sin que antes nos empadronaran en Grecia. El tiempo, que como asegura el tango, todo lo destruye, nos está metiendo ahora en una de sus encrucijadas. Todas dan al abismo, ya que vivir es el arte de irse librando. El ataque de los mercados nos está dejando sin clientes. Hay más puestos vacíos que personas comprando y los expertos dicen que tenemos un gran porvenir a nuestras espaldas, pero el vértigo no solo lo sienten quienes se asoman al abismo, sino los que padecen ese trastorno del sentido del equilibrio, que un servidor de ustedes sufre desde que le llevaron de excursión al Pantano del Chorro, cuando tenía diez años más o menos, quizá menos. España e Italia se asoman al abismo. Para decirlo en palabras que podamos entender todos, Europa se está yendo a la mierda, con perdón de Carlomagno. Lo que unos denominan «emergencia económica», otros llaman «diferencial con Alemania» y España roza los 340 puntos. ¿Cómo podremos pagar nuestras deudas, antes de que nuestros deudores nos declaren insolventes?

De Italia nos llegó el endecasílabo, pero no la astucia. Garcilaso y Boscán aprendieron de Petrarca más que de Maquiavelo y el ya casi ex Zapatero no aprendió de nadie. Es cierto que no lo tenía fácil, pero también lo es que lo puso más difícil. Ahora le está poniendo últimos parches a un tambor que suena a hueco. Que sea lo que Dios quiera, que nunca será nada bueno. Estamos en la ruina, señores y hay que acostumbrase a vivir peor, por culpa de tantos vividores de la política. Eso es todo.

Nos distraen problemas menores, como el pintoresco fallo judicial que condena a un año y once meses de prisión a doña María José Campanario, mujer de Jesulín de Ubrique, a condición de no cumplirlos. Por otra parte, que también nos toca a todos, Marta Domínguez, nuestra atleta favorita, ha sido absuelta del tráfico de drogas. Vaya lo uno por lo otro. Y vaya todo por Dios.