Examinadores de riesgos
Actualizado: GuardarA principios del siglo XX, un norteamericano, de peculiar sentido del humor del que incluso hacía gala con su propio nombre, creó una empresa que denominó, como no podía ser de otra manera, Moody's. La empresa norteamericana fue creciendo y ampliándose por el ancho mundo, junto con otras de similar naturaleza, hasta convertirse en una especie de juez, de cuyas preclaras opiniones, excelentemente pagadas por cierto, pasaron a depender nuestras penas y alegrías. Esto si que es éxito empresarial. Las agencias de calificación de riesgos, como Moody's, y otras con denominaciones tan sugerentes como Standard & Poor's, son empresas privadas que, por cuenta de clientes, califican los productos financieros de otras empresas o de los propios estados. Sus informes, por el consecuente impacto político y económico que ocasionan, deben gozar por ello de un enorme prestigio. Tanto es así que sus opiniones sobre la calificación de los bonos de un país hacen que los gobernantes se encuentren, como un estudiante cualquiera, en un estado de ansiedad inimaginable hasta ver la nota. Ahí está el caso de Portugal que, pese al esfuerzo realizado, el examinador le ha suspendido situando su deuda al nivel de bono basura. Además, según el tribunal es difícil que supere la repesca. Pero ¿quién examina al examinador? Sorprende que empresas tan cualificadas, tan serias, tan objetivas y tan bien informadas, calificaran excelentemente a Enron o a Lehman Brothers justo antes del desastre. ¿Cómo se les escapó? Sorprende también que agencias que seguramente tendrán certificados de calidad y de buenas prácticas, certificados que se ajustarán a una de esas normas con muchos números y múltiples sellos, no respondan siempre a las exigencias de responsabilidad y rigor que se les exige. El FMI las ha acusado de contribuir «involuntariamente» a la inestabilidad financiera por sus usos y abusos. Hace unos años, una agencia incluso llegó a dar una mala calificación, calificación por otra parte no solicitada, a una empresa de seguros alemana bien considerada, acompañándola de una propuesta de ofrecimiento de servicios. Tras la negativa de la empresa alemana, la calificación bajó, curiosamente, de mala a pésima. La Unión Europea dice que quiere supervisar el funcionamiento de las susodichas agencias o incluso crear una de carácter público. ¿A que está esperando?