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Capitán intrépido

Rubalcaba tendrá que reparar el buque y buscar nueva tripulación

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Para evitar caerse con todo el equipo la mejor solución es cambiarlo. Sustituir a los titulares por los suplentes quizá no garantice el éxito, pero permite que siga el juego. Crece mi moderada admiración por Rubalcaba, que lleva mucho tiempo siendo el segundo de a bordo y ahora coge el timón de un barco, «entre las olas solo y sin velas desvelado» hasta que encuentre un nuevo astillero. Navegar es lo que importa, según dicen. Tendrá que reparar el buque y reclutar nueva tripulación, ya que gran parte de la marinería ha huido.

Mi intriga se reduce a eso que llamamos el factor humano, ya que los factores políticos siempre afectan al producto, sobre todo al producto general bruto. ¿Qué puede buscar alguien que se ha encontrado con tantas cosas sin necesidad de perseguirlas? Tomar el mando del PSOE en momentos como los que vivimos, mejor dicho, como los que viven los que encontraron en esas siglas un medio de vida, delata no solo mucha fe y mucha esperanza, sino mucha paciencia.

Pueden venir tiempos mejores, pero con la condición de traerlos y eso requiere hacer fuerzas. Mi bien amado Bertrand Russell, filosofo, matemático y sociólogo, se pasó cuatro meses de su atareada y esplendida vida en la cárcel por oponerse a la participación de Inglaterra en la Primera Guerra Mundial. Con escaso aprovechamiento, pero con fervor, leo su libro titulado 'El poder'. Su tardía difusión quizá se deba al capítulo llamado 'El poder sacerdotal', donde analiza la magia de los hechiceros.

Russell era socialista pero creía que en la política de partidos no es ni necesaria ni deseable la uniformidad. Estaba convencido de que la democracia exige no acumular demasiado odio ni demasiada violencia. Quizá le conviniera al intrépido don Alfredo Pérez Rubalcaba echarle una ojeada a ese libro. No va a tener tiempo. Tendrá que pronunciar muchos discursos cuando no haga declaraciones.