R.I.P. FOROFO
Aficionados más allá de la muerte
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Todavía se cuenta en Sevilla la historia de aquel aficionado bético que, a mediados de los años noventa, llevaba al campo las cenizas de su padre. Como no podía introducir allí la urna, por motivos de seguridad, el propio presidente Lopera le aconsejó que metiera los amados restos en un tetrabrik de Puleva. Y ahí aparecía el hombre en el Benito Villamarín, todos los domingos, dispuesto a cumplir con la última voluntad de su padre y abrazándose al cartón de leche cada vez que el Betis marcaba un gol.
La pintoresca solución de Lopera ya no será necesaria. El Betis es uno de los tres estadios españoles que cuenta con un espacio memorial, gestionado por la empresa Giem Sports. Se trata de una sala-columbario, diseñada para albergar las urnas con las cenizas de los socios que no desean abandonar a su equipo ni en el trance definitivo de la muerte. El nuevo estadio del Espanyol, en Cornellá, fue pionero en todo el mundo. La familia de Dani Jarque, antiguo capitán del equipo, depositó allí el brazalete de su hijo, muerto hace dos años de un infarto. El Atlético de Madrid también ofrece ya este servicio y otros clubes se lo están planteando. El coste de los columbarios oscila entre los 1.500 y los 4.000 euros.