![](/cadiz/prensa/noticias/201107/06/fotos/6748845.jpg)
La pesadilla de Srebrenica persigue a Holanda
Un tribunal condena por primera vez el papel de los cascos azules de Países Bajos en la matanza de 8.000 musulmanes
BRUSELAS. Actualizado: GuardarDieciséis años después de la masacre de Srebrenica, Holanda no logra dejar atrás aquella pesadilla. Un tribunal de apelaciones de La Haya dictaminó ayer que el Gobierno deberá indemnizar a los familiares de tres víctimas por su responsabilidad en la matanza. Las tropas holandesas, que bajo mandato de la ONU protegían la ciudad bosnia en 1995, cedieron a las exigencias de los serbios y entregaron a sus fuerzas a 4.500 musulmanes, entre ellos los tres que forman parte de la causa. La sentencia es histórica porque hasta ahora ningún juez había fallado en contra de Países Bajos.
El tribunal subraya en su resolución que los cascos azules holandeses, pese a estar integrados en una misión de la ONU, se encontraban bajo «control efectivo» de su Gobierno. Hasta ahora, los jueces habían exculpado al Ejecutivo de Ámsterdam porque sus fuerzas formaban parte de un contingente internacional. El Ministerio de Defensa admitió su «sorpresa» por la sentencia y anunció que podría presentar un recurso ante una instancia superior.
La corte de apelaciones falló en favor de los familiares de Rizo Mustafic y de Hasan Nuhanovic. El primero era un electricista que trabajaba para la base holandesa en Srebrenica antes de desaparecer a manos de las fuerzas serbobosnias. Nuhanovic, por su parte, es un intérprete que logró salvarse de la tragedia pero que perdió en ella a su padre y su hermano. Las tres víctimas se refugiaron en el complejo militar hasta que fueron expulsadas por exigencia del entonces general Ratko Mladic, actualmente procesado en La Haya por crímenes de guerra y contra la humanidad.
La masacre de Srebrenica empezó a gestarse el 11 de julio de 1995. Entonces, las fuerzas comandadas por Mladic asaltaron la ciudad de mayoría musulmana sin apenas resistencia. La Dutchbat -los cascos azules holandeses- protegía la zona, que había sido señalada como «enclave seguro» por la ONU. En su camino hacia la localidad, en la que se habían refugiado más de 20.000 civiles, las tropas serbobosnias atacaron los puestos de observación de Países Bajos y tomaron treinta soldados como rehenes.
La llegada a la ciudad de Mladic, que iba acompañado de las cámaras de televisión, desató el pánico entre la población. Alrededor de 4.500 personas accedieron a la base holandesa para intentar garantizar su seguridad. La Dutchbat había pedido horas antes apoyo aéreo para frenar el avance de las tropas serbobosnias. Su entonces general, sin embargo, jugó la baza de los rehenes y consiguió que se retiraran los aviones. A través de esta misma estratagema, convenció al comandante holandés, Thom Karremans, para que expulsara de su cuartel a los civiles musulmanes.
Separado de su mujer
Mustafic fue uno de los últimos en cruzar la valla exterior. Nada más salir, los serbobosnios le separaron de su mujer. El traductor Nuhanovic consiguió quedarse en la base, pero su padre y su hermano no tuvieron tanta suerte. Sus restos fueron hallados en 2007 y 2010. Estas tres historias perfilan cinco días abominables en los que murieron 8.000 personas. Uno de los soldados holandeses capturado por Mladic recordaba recientemente cómo cientos de víctimas fueron ametralladas desde la grada en un recinto deportivo. Fue la peor masacre en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El Gobierno holandés siempre se ha defendido remarcando que la Dutchbat quedó indefensa sin cobertura aérea. Sus militares sostienen que alertaron del peligro con antelación, pero que se intervino demasiado tarde. Las fuerzas de Países Bajos estaban compuestas por seiscientos efectivos con armamento ligero. Ayer, la sentencia judicial lamentaba que los mandos conocían las consecuencias de expulsar a los civiles de la base. «Habían sido testigos de múltiples incidentes en los que los serbobosnios maltrataban o mataban a los refugiados», indican los jueces.
La resolución judicial abre la puerta a que más víctimas puedan exigir indemnizaciones al Ejecutivo de Ámsterdam. De momento, la sentencia ha reabierto heridas que no acaban de cicatrizar en Holanda. La masacre de Srebrenica planea de tal forma que en 2002 provocó la dimisión del Gobierno. El Ejecutivo renunció después de que un informe oficial constatara los errores de la Dutchbat. Países Bajos bloqueaba el acceso de Serbia a la UE hasta que Mladic no fuera detenido y entregado al Tribunal de La Haya.