Sociedad

Una princesa de las de cuento

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Vistió Armani a Charlene de princesa. De las de cuento. Creó el diseñador italiano para la ya primera dama de Mónaco una joya de vestido, con 40.000 cristales de Swarosky y 30.000 perlas doradas, nácar de color blanco y oro. Dotó al traje de satén con el que entró en la historia del Principado de una cola con bordados florales de las que ya no se ven, de las que a nadie deja indiferente, de las que evocan a bodas reales de una generación pasada. El resultado, simplemente espectacular. El entorno, la plaza del Palacio monegasco, bien lo merecía. Y Charlene, la alteza serenísima, se sintió segura con un alta costura que, a simple vista, no parecía fácil de manejar.

Completaba el vestido un sencillo velo, que realzaba más si cabe las líneas sencillas de un vestido de cuello barco. Un escote que le iba a las mil maravillas a la princesa que durante años se entrenó y compitió como nadadora profesional. En su mano, un ramo que también diseñó Giorgio Armani y plasmado por el Garden Club de Mónaco con orquídeas y proteas rosas, la flor nacional de Mónaco.

Charlene, acompañada por su padre Michael Kenneth y siete pequeñas damas de honor, no cumplió la tradición y llegó puntual al encuentro con su príncipe.