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Indignaos y el defensor del pueblo

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Si los partidos políticos dicen haber tomado nota del movimiento 15 M, la actitud del nuevo gobierno de Castilla la Mancha parece que gira en la dirección opuesta y se pone un tapón en los oídos. Si hay que escuchar la voz del pueblo, no se puede suprimir al Defensor del Pueblo, uno de los pocos resortes que tienen los ciudadanos, a parte de la iniciativa legislativa popular, para expresar los abusos de poder y quejarse. Hacer desaparecer ese organismo es dejar actuar a sus anchas y sin ningún control al nuevo Ejecutivo de ese territorio, al igual que ha hecho concienzudamente Berlusconi en Italia aboliéndolos. Los castellanos manchegos ya no podrán denunciar las malas praxis de su Administración dentro de su región, salvo recurrir a la costosa y prolongada vía de los tribunales, sólo accesible para unos pocos que se puedan permitir pagar a un abogado.

La única alternativa sería recurrir en Madrid al Defensor del Pueblo Español que se dedica fundamentalmente a controlar la Administración Central y rinde cuentas únicamente ante el Parlamento de la Nación y no ante el Parlamento Castellano- manchego . El Defensor del Pueblo Español tiene una plantilla adaptada a los asuntos que trata y si tuviese que atender todos los expedientes de todas las autonomías esa plantilla estaría incapacitada para cumplimentar en tiempo y forma todas las cuestiones planteadas. Ante esto, habría que aumentar proporcionalmente el personal del Defensor del Pueblo Español, con lo que, a fin de cuentas, no se generaría ningún ahorro en el conjunto de España. Precisamente, los Defensores del Pueblo, por la ley 36 / 1985, son de los pocos organismos que están coordinados y no se producen duplicidades de actuación.

La crisis económica ha sido la coartada perfecta para recortar las libertades públicas y el argumento de que existen 17 Defensores del Pueblo no tiene mucho peso. También existen otros tantos parlamentos autonómicos y gobiernos autonómicos y la nueva Presidenta de Castilla la Mancha no va a prescindir del suyo ni ceder todas las competencias al Gobierno Central, o al Parlamento de la Nación, pues perdería su sillón y parte de sus copiosos emolumentos. Si de verdad pretende ahorrar debe ser coherente y no eliminar todo lo que le moleste.