La resurrección de Butch Cassidy
Mateo Gil estrena 'Blackthorn', una película que devuelve el sabor de las viejas películas del Oeste
MADRID. Actualizado: GuardarMateo Gil , el guionista con cuatro Premios Goya en su haber, ha tenido la osadía de recuperar la leyenda del forajido Butch Cassidy y ha firmado un western crepuscular, 'Blackthorn', de bella factura. La película, que se estrena este viernes, coloca al espectador ante la disyuntiva de elegir entre los viejos y los nuevos valores. Gil maneja con sabiduría los códigos del género y compone una historia de lealtades y traiciones, que habla de la amistad y la injusticia social y que aborda la vejez de un personaje que está en la memoria colectiva de todos los aficionados al cine. «El western tiene una virtud muy clara: permite plantear dilemas morales y políticos en términos muy sencillos», asegura el director y guionista.
Gil lo ha hecho tan bien que 'Blackthorn', considerada por el público norteamericano como una película del cine independiente americano, competirá en el Festival de Tribeca, en pleno Manhattan.
Con un reparto de altura, en el que participan Sam Shepard, Stephen Rea y Eduardo Noriega, la película da una vuelta de tuerca a la historia de atracador Butch Cassidy y plantea que el ladrón no murió en 1908 junto a su amigo Sundance Kid en un enfrentamiento con el Ejército en Bolivia. La cinta retrata a un Cassidy que escapó de las balas de las tropas bolivianas y que ha vivido apartado del mundo criando caballos. Al conocer al ingeniero español Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) se hace cómplice de su destino y ambos emprenden una aventura en la que pondrán a prueba sus convicciones.
Admirador de los westerns de finales de los años 60 y la década de los 70, «cuando el género se volvió más turbio», Gil ha rodado una película que es todo un homenaje a aquel cine que inmortalizó John Ford y cuya herencia recuperaron Sam Peckinpah, Sydney Pollack, Robert Altman o Sergio Leone. Sin recrear momentos del aquellos filmes memorables, 'Blalckthorn' evita rendir culto directo a esas películas, porque «entre los homenajes y el plagio hay una frontera muy delicada».