«¿Un tiro en la nuca, eso es violencia política?»
La juez Murillo vuelve a exhibir su locuacidad en el juicio de Bateragune con un nuevo rifirrafe con Miren Zabaleta
MADRID. Actualizado: GuardarÁngela Murillo en estado puro. La presidenta de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional 'irrumpió' ayer en la vista oral de Bateragune, en la que se enjuicia a Arnaldo Otegi y a otros siete dirigentes de la izquierda abertzale por refundar la ilegal Batasuna. Tras una primera sesión en la que la locuaz magistrada hizo por morderse la lengua, ayer no se contuvo y protagonizó uno de sus habituales rifirrafes dialécticos con los acusados, esta vez con Miren Zabaleta, hija de Patxi Zabaleta, el líder de Aralar.
Miren Zabaleta había usado de manera reiterada durante su interrogatorio el eufemismo de «violencia política» para referirse a los atentados de ETA. Al final de su intervención, la juez extremeña no se aguantó y se olvidó de que el pasado febrero el Supremo le anuló una condena a Otegi precisamente por mostrar «prejuicios de culpabilidad» por sus comentarios extemporáneos durante la vista.
«Usted se ha manifestado contraria a la violencia política. ¿Qué es la violencia política? ¿Un tiro en la nuca o un atentado a seres inocentes, eso es violencia política?», inquirió a Zabaleta. «Es la violencia que ha sido utilizada en el contexto de un conflicto, motivada por razones políticas», respondió la procesada, ya en apuros. «Si quiere podemos no ponerle ningún adjetivo y llamarle violencia a secas», respondió la imputada. «No, si el adjetivo se lo ha puesto usted, yo no», apostilló la juez.
La guerra dialéctica no quedó ahí. «No me parece relevante que haya puesto esa coletilla o no, si quiere la quito y así no da margen para la utilización tergiversada de lo que yo quería decir», intentó zanjar la imputada.
No fue la única intervención de Ángela Murillo, que tras el incidente con la procesada decidió olvidarse definitivamente del 'guante de seda' de la primera sesión y se desató a comentarios. Cuando el dirigente abertzale Rufi Etxeberria entró en la sala para declarar como testigo se abrazó efusivamente con Otegi. Ella le preguntó, como es preceptivo, si conocía a alguno de los procesados. Luego recapacitó: «¡Le conoce y le quiere una barbaridad, por lo que se ve!», le espetó a Etxeberria. Cuando Murillo le preguntó si tenía algún interés en la causa, Rufi Etxebarria le respondió que sí, el de que «todos los encausados salgan absueltos». La juez apostilló: «Entonces, usted de imparcial poco ¿no?».
Ensalzamiento
Más allá de los comentarios de Murillo, la segunda sesión del proceso Bateragune estuvo marcada por los intentos de los dirigentes de la izquierda abertzale, testigos y procesados, de demostrar que Otegi, lejos de tratar de refundar Batasuna a las órdenes de ETA, lo que pretendía hace dos años cuando fue detenido era forzar al mundo independentista vasco a romper definitivamente con la banda terrorista.
Esa fue la tesis que repitieron una y otra vez Zabaleta y Etxeberria. La primera llegó a afirmar que Otegi «hizo la luz» en la izquierda abertzale al plantear por «primera vez en voz alta» el debate de «que lo que tenía que cambiar no era tanto la actitud del Estado como la propia estrategia de la izquierda abertzale, dejando de lado la violencia política».
Etxebarria tampoco ahorró en halagos al dirigente abertzale preso. Según él, Arnaldo Otegi cuando fue detenido estaba abriendo un «debate histórico» para que la entonces «inmadura» izquierda abertzale «recorriera el camino de cierre definitivo del conflicto político». Un debate -explicó- en el que la organización terrorista «no tuvo ninguna intervención»