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PRÓXIMA ESTACIÓN: ESPERANZA

LA CERBATANA Actualizado: Guardar
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Cuando aún éramos jóvenes, felices e indocumentados, cuando aún observábamos la realidad a través de nuestros ojos y no a través de los móviles o iPhones y Mark Zuckerberg, creador de Facebook, era todavía un adolescente con acné juvenil, Manu Chao, el pequeño agitador de masas hispano francés, nos citaba en la 'Próxima estación: Esperanza'. Manu ponía la música al heterogéneo movimiento llamado antiglobalización que estaba en su cenit tras las cumbres de Niza, Lisboa o Génova y propugnaba que 'Otro mundo es posible'. En aquellos años de finales del siglo XX ya nos avisaban de los omnipotentes mercados internacionales que dominaban a los políticos como si fueran títeres de sus intereses. Organizaciones vinculadas a esos movimientos, como ATTAC, defendían el establecimiento de medidas para gravar a los especuladores como la Tasa Tobin o ITF (Impuesto de Transacciones Financieras) que en estos días se vuelve a hablar en los parlamentos europeos.

Parece de inconsciente y suicida que conociendo los males que acuciaban a nuestra economía no se escuchara a los que por entonces auguraban esta crisis sistémica. Pero ocurrió un acontecimiento que silenció cualquier otra manifestación ideológica: el 11-S. El atentado contra las Torres Gemelas supuso un empujón hacia adelante para las economías neoliberales que se libraron de cualquier corriente contraria.

Diez años después tenemos en nuestras ciudades a jóvenes que vuelven a retomar aquel espíritu crítico y que han recogido el testigo del 'Otro mundo es posible'. En Cádiz, en un acto de responsabilidad y valentía, han entrado en un inmueble que los burócratas estaban dejando abandonado y derruido. Los ciudadanos, cada vez más a menudo, están excluyendo a los políticos de sus decisiones, algo que ya veníamos avisando desde numerosos foros y mentideros: o los políticos se apoyaban más en los ciudadanos y los hacían partícipes de sus políticas o el desprestigiado político perdería su razón de ser.