La esposa del disidente Hu Jia, Zeng Jinyan, muestra una foto con su esposo, represaliado con tres años de prisión. :: P. KUJUNDZIC / REUTERS
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China libera al disidente Hu Jia después de estar tres años en prisión

PEKÍN. Actualizado: Guardar
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Después de más de tres años en prisión, el disidente chino Hu Jia y premio Sajarov 2008 por su defensa de los derechos humanos fue liberado ayer. Condenado poco antes de los Juegos Olímpicos a tres años y medio por incitar a la subversión contra el Estado, Hu Jia es uno de los activistas políticos más reputados y perseguidos de China.

A sus 37 años, se ha labrado una merecida fama denunciando los abusos del autoritario régimen de Pekín y luchando por los derechos de las víctimas y huérfanos del sida contagiados por los escándalos de venta de sangre que propiciaron las corruptas autoridades de la provincia de Henan.

En esta pobre región agrícola del centro de China, decenas de miles de campesinos se infectaron del VIH, causante del sida, al vender su sangre en transfusiones masivas en las que ni siquiera se cambiaban las jeringuillas.

En un breve mensaje en Twitter, su esposa anunciaba ayer por la mañana que Hu fue puesto en libertad y volvió a casa antes del amanecer «a salvo y muy feliz», pero que «aún necesita un tiempo para recuperarse» porque es un enfermo crónico de hepatitis.

A pesar de su liberación, el disidente será sometido a vigilancia, se verá privado de sus derechos políticos durante un año y no podrá hablar con los medios durante ese tiempo. Su salida de la cárcel se produce cuatro días después de que el artista Ai Weiwei fuera liberado bajo fianza y acusado de evasión de impuestos tras pasar casi tres meses retenido por la Policía. A pesar de ambas libertades, el régimen de Pekín ha arrestado en los últimos meses a numerosos disidentes y activistas para evitar protestas inspiradas en las revoluciones árabes.

En la nueva China del desarrollo económico, que ha experimentado una profunda apertura social y una mejora generalizada de las condiciones de vida, aún se sigue pagando con la cárcel el delito de cuestionar el monopolio político y empresarial de un Partido Comunista que se ha arrojado en brazos del capitalismo salvaje.