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Un bocazas con gancho

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Hugo Chávez no deja indiferente a nadie. Provoca amores y odios con la misma intensidad. Exmilitar bocazas y carismático, abandonó Sabaneta, cerca de los Andes, donde nació el 28 de julio de 1954, para ingresar en el Ejército, aunque no saltó a la fama hasta su golpe de Estado fallido contra Carlos Andrés Pérez en 1992. Fue tal su tirón que en 1998 ganó el poder en las urnas y todavía lo mantiene.

Doce años después, Chávez ha vencido en una decena de elecciones, plebiscitos y referéndums, además de superar huelgas generales y hasta un golpe de estado de 48 horas en el 2002, cuando los militares y sus seguidores lo devolvieron al poder. A su regresó radicalizó su posición y cambió su imagen. Ahora viste generalmente camisas rojas, chándal con la bandera de Venezuela y ocasionalmente uniformes militares.

Si antes de 1998 sostenía que Cuba era «una dictadura» muy pronto se convirtió a la causa castrista instaurándose en el líder latinoamericano que lidera la antorcha, al menos verbal, del antiimperialismo. Llegó a llamar «diablo» y cosas peores al expresidente George W. Bush. Los rifirrafes con sus colegas Vicente Fox, Alan García y Álvaro Uribe también han sido sonados. No tiene empacho en decirse amigo de Irán o Cuba, países que para EE UU son el «eje del mal». Empeñado en implantar su «socialismo del siglo XXI», sigue las enseñanzas de Simón Bolívar y Fidel Castro, promueve la integración latinoamericana y aplica con ayuda de médicos, maestros y deportistas cubanos «misiones» para extender la salud y la educación entre los pobres de la rica nación petrolera.