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'Reservados' para pájaros

Tres cercados en la playa de Levante permiten la reproducción del chorlitejo

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Entre otros requisitos, el acto de la reproducción requiere tranquilidad y concentración. Para los charrancitos patinegros y chorlitejos, las aves en peligro de extinción del parque natural Bahía de Cádiz, no iba a ser menos. Pero hasta hace poco tenían que compartir su hábitat natural en las pedreras de la playa de Levante con los bañistas incautos que, ignorantes de su molesta presencia y ajenos a la vida que nace a ras de la arena, destrozaban a su paso los nidos y huevos que estas curiosas especies depositaban en la playa. La cada vez más masiva presencia de usuarios en este paraje costero y la suelta de perros, pese a las prohibiciones, han causado una perturbación continua en la época más sensible para estos animales: el inicio de la primavera. Esto se acabó cuando la delegación provincial de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía decidió cercar con alambradas las zonas donde estas aves, que se alimentan de pequeños peces en la orilla, se aparean y reciben a sus crías. La medida se puso en marcha en 2009, con cero parejas reproductoras contabilizadas por los expertos de Medio Ambiente. Hoy son medio centenar entre charrancitos y chorlitejos los que han alumbrado nuevos ejemplares. Según los datos que maneja el área, un millar de charrancitos conviven en la actualidad en el parque natural con alrededor de 400 chorlitejos, la especie más esquilmada con el paso de los años. Las parejas nidificantes suman alrededor de 150.

Experiencia piloto

Las tres 'jaulas' a cielo descubierto, con dimensiones de tres a seis hectáreas y una altura de 1,20 metros, ocupan todo el largo de la pedrera -suelo de arena y piedras- de la playa del parque metropolitano de Los Toruños. La liviana alambrada que impide el paso causa un mínimo impacto en el paisaje y los bañistas pueden, tras varios minutos de atención, observar a estas pequeñas aves y a sus crías de fácil camuflaje por el color de su plumaje.

Solo en el Delta del Ebro y en Valencia se han emprendido experiencias similares, que en Portugal y Estados Unidos también se practican por su eficacia y flexibilidad con respecto al uso público de los espacios sensibles. «Demostramos una vez más que los parques naturales no son santuarios inexpugnables y que es posible la conservación y el respeto con el uso y disfrute de los ciudadanos y con el desarrollo del turismo». La delegada provincial de Medio Ambiente, Silvia López, señaló que también se han realizado un par de cerramientos piloto en la playa de Camposoto, en La Isla. López visitó los cerramientos, que se instalaron a principios de abril y serán retirados a finales de julio. El material se guarda, ya que es reutilizable de año en año, lo cual reduce el coste a 5.000 euros anuales, con los gastos de personal incluídos. Los cercados están señalizados y los agentes de medio ambiente refuerzan la vigilancia de la zona. «El respeto y la concienciación ciudadana son claves para que esta especie sumamente delicada y amenazada pueda seguir conviviendo con el hombre, y ensalzando el valor ambiental de las playas de El Puerto».