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De la indignación al compromiso
Stéphane Hessel apuesta en '¡Comprometeos!' por la resistencia constructiva
MADRID. Actualizado: GuardarEl nonagenario Stéphane Hessel (Berlín, 1917) sensibilizó a millones de europeos con '¡Indignaos!', librito que agitó conciencias y que está en la base de las movilizaciones del 15-M. Propone ahora saltar de la indignación al compromiso con otro opúsculo '¡Comprometeos!' (Destino) que irrumpe en nuestro mercado editorial. En su nuevo alegato, proclama la necesidad de comprometerse desde la resistencia constructiva y creativa. «Resistir es crear; crear es resistir, pero no basta con resistir» plantea Hessel, que insta a conseguir un nuevo orden y anima a los jóvenes a actuar ante las «cosas escandalosas» que acontecen en un mundo globalizado advirtiendo que «toda simplificación resulta siempre peligrosa».
La fórmula es una conversación con el escritor y activista social Gilles Vanderpooten (Toulouse, 1985), setenta años más joven que el diplomático e indesmayable activista francés, veterano resistente, superviviente de los campos nazis, redactor de Declaración Universal de los Derechos Humanos y candidato al premio Nobel de la Paz.
Consciente del interés que despierta en España, donde despachó casi medio millón de copias de '¡Indignaos!,' Hessel abre la edición española de '¡Comprometeos!' con una carta-prólogo que invitan a sus lectores españoles a buscar «las pistas para dotar de vida este siglo». Nada utópico, no pretende «lograr el mejor de los mundos», sino «un mundo viable». Comprometerse significa para Hessel no resignarse. «Abrirse al mundo que nos rodea; decir, contra el determinismo histórico, que existe algo que inventar; lo contrario del derrotismo y de la resignación». «No basta con indignarse ante la injusticia del mundo» sostiene. «Es preciso indignarse, sobre todo los jóvenes. ¡Y resistir! Resistir supone considerar que hay cosas escandalosas a nuestro alrededor que se deben combatir con vigor. Negarse a dejarse llevar a una situación que cabría aceptar como lamentablemente definitiva» afirma Hessel. Reitera sus críticas contra «las escandalosas desigualdades sociales, la yuxtaposición de la extrema riqueza y la extrema pobreza, la falta de control del sistema económico, el aumento de la distancia entre los países ricos y los del tercer mundo, en especial en los últimos 20 años». También contra «la injusticia económica y social, la degradación del planeta y la violencia no reprimida en Darfur, Palestina y algunas regiones de África y Oriente Medio». «Somos una especie joven pero que puede irse al garete mañana, desaparecer... Ya hemos hecho muchas estupideces y podemos seguir haciéndolas, algunas bombas atómicas bien colocadas y sería el fin», alerta ante la escalada de la violencia.
A tiempo
Ante la penosa situación de un mundo globalizado que afronta desastres ecológicos y económicos, Hessel no se deja, ni mucho menos, ganar por el pesimismo. Está convencido de que estamos a tiempo y que es posible a cambiar las cosas. Para lograrlo, debemos combatir la desesperanza y crear un Consejo de Seguridad Económica y Social, que integren los 20 o 30 Estados «más responsables». Este órgano debe instaurar una estrategia mundial que afronte los grandes retos en la economía, el comercio, el trabajo y la salud.