Togas y pijamas
CÁDIZ Actualizado: GuardarExiste una 'santa inquisición hembrista' que tiene emprendida una no menos 'santa cruzada' contra la Gramática, la Ortografía y el Miranda Podadera. Son los y las feministos y feministas, sindicalistos y sindicalistas, miembros y miembras, comentaristos y comentaristas. Una de estas últimas ha escrito recientemente, y una vez más, sobre el uniforme de las enfermeras. No me extraña ni me sorprende su teoría sobre la 'ley del agrado' no escrita. Tampoco su particularísima exégesis bíblica en la que, según la citada exégeta, 'las mujeres desde el comienzo de los tiempos salíamos de la costilla de Adán'.
Lo que más me sorprende es que -la misma comentarista- nos diga que un Tribunal ha dictado sentencia en estos términos: «La uniformidad femenina que exige la empresa tiene un cierto componente tradicional o antiguo». Porque me extraña, y mucho, que tan ilustres magistrados, conocedores, se supone, de algo de latín y etimologías, confundan lo tradicional (de tradere, entregar, transmitir) con lo antiguo, lo viejo o lo pasado de moda. Y más aún que tan 'insignes ropones' que se revisten de faldas, toga y puñetas para dictar sentencia, digan esas cosas sobre 'el uniforme y el pijama sanitario'. Servidor, este humilde cura jubilata, que lleva más de cuarenta años diciendo misa a diario en la capilla de un hospital, revistiéndose de falda, alba y estola sobre camisa y pantalón, solo espera que no le tachen de 'tradicional o antiguo'. Y que no le obliguen, inquisitorialmente, a decir misa 'en pijama'.