Seguidores de El-Asad aplauden durante el discurso que el presidente sirio dirigió ayer a la nación desde la Universidad de Damasco. :: H. O. / AP
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Siria reprende el discurso de El-Asad

Miles de opositores salen a la calle y anuncian una de las «mayores protestas» decepcionados por el mensaje a la nación

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Lejos de insuflar confianza a un movimiento de protestas que desde el pasado marzo ha alzado su voz en toda Siria, el discurso a la nación del presidente, Bashar el-Asad, llenó de ira a miles de manifestantes que, movidos por la decepción, tomaron las calles de diferentes regiones del país para expresar su descontento. Una multitud de opositores se concentró en Damasco y ciudades como Alepo, la segunda más importante, Hama, Latakia y la provincia de Idleb para condenar una alocución más centrada en criminalizar a los opositores y en denunciar una «conspiración internacional» que en anunciar reformas democráticas concretas.

Las primeras reinvindicaciones que siguieron al mensaje del mandatario fueron solo un anticipo de las convocatorias de los activistas. Los Comités de Coordinación Locales aseguraban que durante la noche tendrían lugar las «mayores protestas nocturnas registradas hasta la fecha». «El-Asad sigue negando lo que sucede en Siria. No quiere reconocer que se enfrenta a una revuelta y sigue refiriéndose a los manifestantes como terroristas y criminales que trabajan para fuerzas extranjeras», argumentó uno de los organizadores de las marchas. En el que fue su tercer discurso desde que estalló la oleada de reivindicaciones en el país árabe, el líder del régimen no renunció, como en anteriores ocasiones, al capítulo de promesas. En su intervención de hora y cuarto de duración ante un grupo de seguidores en la Universidad de Damasco, el dirigente anunció que el próximo mes de agosto se celebrarán elecciones parlamentarias. «Va a haber reforma de la Constitución», añadió al comprometerse a crear una comisión encargada de incorporar cambios en la Carta Magna.

«El proceso de reformas es para nosotros una convicción. Se ha retrasado, pero no detenido», aseguró con tono rotundo El-Asad, pero no sin antes expresar una condición. «Cuanta más destrucción ocurre, más lejos está Siria del desarrollo y los cambios». En ese sentido, aprovechó para arremeter contra los opositores, a quienes tildó de «vándalos, intelectuales radicales y blasfemos que están causando estragos en nombre de la libertad. Han recurrido a la lucha armada y han perpetrado matanzas odiosas que hemos visto en televisión».

Teoría de la conspiración

Sin apartarse de su teoría de la conspiración, el jefe de Gobierno de Damasco reiteró sin cortapisas que «lo que está sucediendo en el país no está relacionado con las reformas, es sabotaje». «Esto es una campaña diseñada en el extranjero. ¿Quién está moviendo los hilos?», se preguntó al hacer referencia a que «no ha habido ningún momento en la historia en el que Siria no haya sido objetivo de las conspiraciones, que son como las bacterias. No se pueden eliminar, sino que hay que trabajar para reforzar la inmunidad contra ellas».

El-Asad recordó los cambios que ha implementado el régimen desde el pasado marzo, como ha sido el levantamiento del Estado de Emergencia -vigente desde 1963- y los proyectos de ley electoral y de partidos políticos, para insistir a los ciudadanos en la necesidad y la importancia del «diálogo nacional». «Es el título de la próxima etapa, un proceso muy importante porque el futuro depende de él. El pueblo estará representado con el nuevo proyecto», subrayó.

En un tono más conciliador, el líder de Damasco expresó su intención de ampliar el proceso de amnistía, «sin comprometer la seguridad», y apostó por el trabajo de los periodistas, que serán «los ojos y la voz de los ciudadanos». No obstante, precisó que antes será necesario poner en marcha talleres para «educar a los medios», a fin de que operen como «canales transparentes entre el pueblo y el Gobierno».

Las palabras del presidente no solo sembraron la desesperanza en los manifestantes, también echaron por tierra las aspiraciones de los más de 10.000 sirios que se han refugiado en Turquía de la represión del Ejército del dictador. Los desplazados que pudieron seguir en directo la alocución a través del canal catarí Al-Yasira expresaron su malestar porque esperaban «anuncios más claros» y «medidas concretas».

En la comunidad internacional, las reacciones a la alocución fueron similiares. La ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez, mostró su «profunda decepción» por el mensaje del mandatario, así como la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y las autoridades británicas y alemanas, que aseguraron que El-Asad «no aprende» de la crisis.