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Series de Culto

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La irrupción o invasión de las tecnologías de la información está poniendo nuestras casas patas arriba. Ni el salón, ni la cocina, el cuarto de baño o los dormitorios son lo que eran desde que llegaron los cables y el wifi. La invasión de los ordenadores portátiles, tabletas y demás artilugios inalámbricos es tan potente que amenaza con destronar al rey del salón, al verdadero centro del hogar desde que desapareció la vieja mesa camilla donde la anterior generación charlaba, rezaba el rosario o escuchaba la radio.

Matar al televisor, que se va quedando ya para los mundiales de fútbol y poco más, tiene mucho que ver con su simbiosis con Internet, un matrimonio de conveniencia al que las televisiones se agarran ante el riesgo de desaparecer. Pero tiene que ver también con la transformación de la industria cinematográfica, cada vez más necesitada de la televisión para mantener o aumentar su audiencia, sobre todo entre los jóvenes. La televisión ofrece lo peor y lo mejor del cine actual. Gracias a su acceso por internet se puede acceder a un cine a la carta que hace cada vez más meritorio moverse del sofá o la cama para ir a una sala de cine.

En este cambio juegan un papel importante las series televisivas, sobre todo las americanas. ¡Qué fácil resulta dejarse enganchar por alguna de ellas! Hay verdaderas series de culto que resultan hipnotizantes. Y como los gustos en la familia son diversos, se produce una diáspora casera en la que cada miembro se busca su rincón para ver su serie preferida, ver sus vídeos o escuchar su música.

La gente joven anda con series como Bones, Cómo conocí a vuestra madre, Glee, Pequeñas mentirosas, Crónicas vampíricas, Miénteme o, en un tono más bajo o menos actual, House, Anatomía de Grey, Gossip girl, The Big Bang Theory, Smallville, Sangre fresca, Friends, Perdidos o los inmortales Simpsons. Hasta las nacionales, como Aida, Física o química o El barco, se ven más en el ordenador que en la TV.

Otros más maduritos se han ido dejando atrapar por series como Deadwood, Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Roma, Hermanos de sangre, Carnivale, Breaking Bad o la idolatrada The Wire. Y lo más fuerte y actual: Mad Men, tan buena que su adicción puede llegar a ser patológica. Chicas y chicos malos, políticamente incorrectos, recreando los años sesenta americanos, justo en el momento en que comenzó todo: la TV, el consumo, la publicidad, la guerra de Vietnam, la marihuana, las tecnologías de las comunicaciones y el transporte, los derechos civiles, el beat, el feminismo, la contracultura. ¿Sigo? Si no saben cómo acceder, pregunten a sus hijos.