AMARILLO PANTONE

BELLAS ARTES

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Estoy enamorada de la columna de los domingos de Bartolomé Pozuelo. Me ha sorprendido que en esta última proponga algo muy concreto, y que no se haya limitado a describir, algo muy usual en los historiadores del arte al hablar de arquitectura. Por suerte la arquitectura, y los arquitectos que intervienen en Cádiz en el patrimonio, miman a la ciudad de una forma exagerada, y continuamente citan el gustazo de rehabilitar en el centro por la calidad de la estructura de los edificios. Lo mejor ha sido en su última parte decir que la UCA va a invertir en Bellas Artes, acto estupendo puesto que abrir una titulación universitaria en la ciudad tan específica como esa, evoca a que haya un movimiento imperativo sobre esa disciplina y que comiencen a surgir colectivos y acciones con foco en lo que le rodea, en este caso nuestra ciudad. La experiencia universitaria conlleva reflexión y crítica, con una muy probable acción. Hace dos semanas estuve en una comida homenaje a los directores de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, que este año celebra su cincuenta aniversario, y don Pablo Arias dijo que «Sevilla no sería la misma con la Escuela de Arquitectura, probablemente sería mejor», criticando la nefasta actitud que internamente siempre ha tenido esta escuela hacia el exterior. Creo que Cádiz necesita de esa reflexión universitaria, de calidad, de excelencia. Necesita buscar su deriva, y necesita estudios o profesiones que la lleven a ese camino, que la mimen y le saquen partido. A lo mejor la UCA necesita especializarse en lo que tradicionalmente ha sido Cádiz, y que resuelva o al menos plantee a la sociedad por dónde debería ir. Sacar la Universidad fuera del centro es el mayor error que está cometiendo la UCA. La mata. La diluye. La quema, pero, sobre todo, la silencia.