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Italia devuelve a Berlusconi al banquillo

Pierde el referéndum sobre el escudo judicial del primer ministro y la energía nuclear

ROMA. Actualizado: Guardar
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El referéndum de iniciativa popular celebrado entre el domingo y ayer en Italia, que superó con creces el quórum exigido de la mitad del censo y alcanzó un 57% de participación, se puede considerar ya como el primer cerrojazo a la era Berlusconi. Una vasta mayoría de ciudadanos le llevó la contraria en todo: primero, desoyendo sus indicaciones y acudiendo a votar para obtener el quórum necesario, algo que no sucedía desde 1995, y después, diciendo 'no' en un 95%, lo que supone un 54% del censo, al retorno a la energía nuclear, vetada en referéndum en 1987; a la privatización de la gestión del agua y, sobre todo, a la ley del legítimo impedimento que permite al primer ministro esquivar los juicios que tiene pendientes.

En resumen, el referéndum supone una bofetada directa a 'Il Cavaliere' que confirma la señal de un giro político histórico en Italia lanzada hace dos semanas por las elecciones municipales de parte del país, con el descalabro del centroderecha en Milán, su feudo histórico. La enorme movilización social y los resultados reflejan una fractura profunda entre el electorado y el Gobierno, a tres años de los últimos comicios. La oposición exigió ayer la dimisión del Ejecutivo, que agoniza desde hace un año con una mayoría raspada, y la convocatoria de elecciones anticipadas. Berlusconi no dimitirá ni loco y la clave ahora es su socio, la Liga Norte, que sufre mucho el desgaste y puede hacer caer el Ejecutivo. Si no, la coalición deberá aguantar contra viento y marea dos años más.

El aspecto político más trascendental de lo sucedido los dos últimos días reside en el rechazo al escudo judicial del magnate. Por primera vez en 17 años desde la llegada al poder de Silvio Berlusconi, una gran mayoría de ciudadanos de todas las ideologías -las cifras rebasan los límites de los partidos e incluyen a sus propios votantes- le ha despojado de legitimidad en uno de sus principales caballos de batalla: el uso de leyes en provecho propio para eludir la Justicia.

El llamado legítimo impedimento es la norma que autoriza al líder del centroderecha a alegar compromisos oficiales para no acudir a sus procesos, una técnica que le permite dilatar los juicios, a veces con una sola audiencia al mes, para que se acerquen a la prescripción. Pero un 54% de los italianos, unos treinta millones de personas, según los datos provisionales, la han rechazado. Es como decirle a Berlusconi que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, que debe dejarse procesar como cualquiera y que sus cantilenas ya no cuelan. Los italianos no creen en conspiraciones o dictaduras de 'magistrados comunistas' ni en una persecución judicial contra el magnate y, como se ha visto, no toleran más sus leyes 'ad personam', un total de 19, para burlar sus procesos.

Se agilizarán los juicios

Hasta ahora, el primer ministro esgrimía sus triunfos electorales para arrogarse una legitimidad por encima de la ley y, arropado en la soberanía popular, acusaba en sus delirios a los tribunales de golpe de Estado. A efectos prácticos, el fin del legítimo impedimento significa que los cuatro juicios que tiene abiertos irán más deprisa, porque no dependerán de su agenda, y quizá alguno llegue a una sentencia, aunque ya es difícil porque se acercan a la prescripción, salvo el 'caso Ruby', en el que está acusado de prostitución de menores en sus fiestas y abuso de poder.

El nuevo dato de ayer supone el fin del encantamiento de Berlusconi y del poder aparentemente infinito de seducción que ejercía desde 1994 sobre una mayoría de votantes, que siempre han tragado con sus desmanes. Parece que el crédito se le ha terminado. A partir de ahora, todo es posible y se abre definitivamente una incierta fase de cambio en la política italiana. De hecho, la euforia de la oposición se debe a que interpreta los resultados como si Italia despertara de un largo letargo.

El domingo por la noche, al cierre de la primera jornada de voto, ya habían participado un 41% de electores y aunque bastaba un 9% más para alcanzar el quórum -cinco millones de personas- fueron a votar quince millones más. Berlusconi pasó la jornada interpretando su papel de estadista despreocupado, pero era la imagen de alguien que vive fuera de la realidad.

En la rueda de prensa con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hizo uno de sus chistes, en referencia al escándalo 'Ruby': «Me ha preguntado de quién es el cuadro que tenemos detrás. Es de Andrea Appiani y representa el Parnaso, el 'bunga bunga' de 1811». Después, mientras se constataba su batacazo, andaba de compras en una tienda de bisutería del centro de Roma. A última hora de la tarde divulgó un comunicado de circunstancias: «La alta afluencia demuestra una voluntad de participación de los ciudadanos en las decisiones de nuestro futuro que no puede ser ignorada». Evitó pronunciarse sobre el fin de su escudo judicial y solo dijo que «la voluntad de los italianos es neta sobre todos los temas».