MILENIO

EN BOCAS CERRADAS...

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Hemos podido contemplar días atrás en el Diario SUR de Málaga una fotografía en la que dialogan el líder nacional del PP, Mariano Rajoy, y su dilecta secretaria general, María Dolores de Cospedal, mujer aguerrida donde las haya y producto muy cercano a la imagen habitual de los agentes políticos que difícilmente salen del un, dos, tres del «al adversario ni agua y aquí estamos a los que salvaremos al Estado, (por cierto, ya no utilizan el término 'patria'). Una foto, pues, normal de dos personas manteniendo una conversación en un acto público pero que presenta una peculiaridad: el tándem de personalidades se cubre los labios con un periódico y la señora sus discretos pintados y labios con la mano derecha. Es decir, pretenden que los asistentes, especialmente los informadores que cubren el evento del PP, no puedan enterarse de lo que hablan ambas figuras del partido. Ya lo tenemos asumidos. Somos unos engorros

Tampoco es para tanto. El presidente Obama, por poner un ejemplo, no suele acudir a tan inocente táctica cuando conversa con otro estadista de dimensión internacional. No es nada probable que Cospedal y Rajoy estén intercambiándose opiniones y tácticas para tener agobiado a los socialistas o platicando sobre la piedra filosofal que le permita a la pareja de mandatarios conquistar el próximo año la mayoría absoluta en las distintas Cámaras, puerilidad aparte.

Porque un poquito de insustancialidad tiene la instantánea, y repetitiva. Incluso, nos recuerda a la infancia feliz. Quizás sigan siendo dos niños (niño y niña) inocentes que ven ilusionados que tendrán el juguete con el que siempre soñaron: el poder político. Lo comentado permite la especulación: ¿Le estaría el líder Rajoy comentándole a su directa colaboradora un resumen muy sumarial de sus planes como futuro estadista.

En ese aspecto, Rodríguez Zapatero es más cauto. Ante las fotos nunca opina de nada, solo insinúa una sonrisa de perfil inocente, se vayan a enterar los adversarios que nunca descansan y, ahora, mucho menos ante la posibilidad de gobernar al país. Claro, que, antes, el muy denostado líder socialista por las extremas parcelas del integrismo mediático, tendrá que batirse casi a diario con los furibundos enemigos (no adversarios) del revanchismo político.