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La ortodoxia de Trichet se topa con el riesgo mayor de las economías del euro intervenidas
Actualizado: GuardarLa decisión del BCE de mantener los tipos de interés en el 1,25% y el consabido anuncio por parte de Jean-Claude Trichet de que podrían subir dentro de un mes son el reflejo elocuente del dilema al que se enfrenta, también, su ortodoxia anti-inflacionista. La repentina subida del precio del petróleo, tras la negativa de los países productores a incrementar su producción, como la corrección al alza de las previsiones del Banco Central sobre la evolución de los precios en la zona euro constituyen dos razones poderosas para pensar en una subida inexorable de tipos; tanto que podían haber llevado al BCE a adoptar tal decisión ayer mismo. Sin embargo, ni siquiera Trichet puede obviar que la verdadera amenaza que se cierne sobre las economías del euro es la que representan los países rescatados o en rescate -Grecia, Irlanda y Portugal- cuya capacidad de afrontar la deuda que soportan mediante su refinanciación se vería seriamente mermada con un eventual incremento del precio del dinero. Pero resulta más que improbable que el dilema entre priorizar la respuesta a los riesgos inflacionistas o atender a las dificultades extremas en que puedan hallarse las economías intervenidas se disipe para primeros de julio. Todo lo contrario, es posible que a lo largo del mes que dista para la próxima reunión del órgano de gobierno del BCE se agudicen tanto unas amenazas como las otras. La reiteración del anuncio siempre equívoco de que «quizá en la próxima reunión se decida una subida de tipos» concatena una serie de declaraciones equívocas que en otras circunstancias tanto los mercados como las instituciones europeas y nacionales hubiesen ido descontando. Pero los problemas que rodean a la deuda soberana de tres países del euro, y la propia prórroga indefinida que el BCE concedió ayer a su implicación en financiar, como medida extraordinaria, a las entidades financieras europeas que se encuentren en dificultades, impide la adopción de medidas estratégicas distintas a las que tratan de evitar el mal mayor. El mal que representaría la agudización de la situación crítica que atraviesan los tres países citados o su extensión hacia otras economías que, como la nuestra, continúan sometidas al escrutinio de los mercados y de las instancias internacionales.