Semprún, durante una visita que hizo el 3 de mayo de 1990 al Museo de Cádiz, acompañado por el por entonces director del Museo, Antonio Álvarez; el expresidente de la Junta, José Rodríguez de la Borbolla, y el exdiputado del PSOE, Ramón Vargas Machuca.
Sociedad

La memoria del cine

Semprún plasmó su desencanto político como guionista y dio nombre al decreto que reguló las ayudas del cine español

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«El cine español vive un momento apasionante, quizá en parte por mi trabajo como ministro y por aquel primer apoyo. Hay mucho talento, así que la época de Almodóvar y poco más ha terminado». Jorge Semprún escribió celebrados guiones para luminarias del cine europeo como Costa-Gavras y Alain Resnais, pero su legado inmediato en nuestra cinematografía adopta la forma de una legislación bautizada con su nombre, el 'decreto Semprún', y que ha regulado las subvenciones en los últimos veinte años. La inminente reglamentación de la Ley de Cinematografía trastocará aquel polémico régimen de ayudas.

Aprobado en 1989, el 'decreto Semprún' modificaba la normativa desarrollada por Pilar Miró y establecía una doble vía para acceder a las subvenciones: solicitarlas por un proyecto valorado por un comité asesor, o realizar la película sin ayudas y obtenerla después en base a la recaudación en taquilla. La mayoría de profesionales del sector rechazaron el decreto por insuficiente y regresivo. La llegada de Semprún al ministerio se saldó con las dimisiones de Fernando Méndez Leite como director general de cine y de Pilar Miró al frente de RTVE.

Ya en su faceta artística, el escritor cultivó un cine político en los años 60 y 70 que bebía de su propio desencanto. Títulos que, lejos de aparecer hoy coyunturales, conservan intacta su fuerza y vigencia: su influencia se puede rastrear, sin ir más lejos, en 'Carlos', la deslumbrante serie sobre 'Chacal' de Olivier Assayas.

Ganadora de dos Oscar -mejor película extranjera y mejor montaje- y Premio del Jurado en Cannes, 'Z' (1969) contaba la lucha de un político íntegro por renovar un sistema político corrupto que nunca se especificaba, aunque quedaba claro que era la Grecia de los coroneles. El director franco-griego Costa Gavras, autor de otra obra fundamental del cine de denuncia, 'Desaparecido', lo dejaba claro en la leyenda final: «Cualquier parecido con hechos reales y personas vivas o muertas no es accidental. Es intencionado».

Regreso de un antifascista

'Z', «un filme hermoso y útil» en alabanza de Truffaut, tuvo su continuación en 'La confesión' (1970), también de Costa-Gavras. Protagonizada por Yves Montand y Simone Signoret y ambientada en la Checoslovaquia comunista, la pesadilla de un político arrestado y sometido a torturas constituía una contundente condena de cualquier forma de totalitarismo. Más cercana a su propia biografía resultaba 'La guerra ha terminado' (1966), de Alain Resnais, también con Yves Montand en la piel de un dirigente comunista español que cruzaba clandestinamente la frontera francesa para reencontrarse con su país, sus amigos y su amante. Fue la primera de las dos nominaciones al Oscar del escritor como guionista.

Jorge Semprún volvió a colaborar con Resnais en 'Stavisky' (1974), la historia de un encantador arribista (Jean-Paul Belmondo) en la Francia de los años 30, y repetiría con Costa-Gavras en 'Sección especial', un drama judicial durante el régimen de Vichy. Su 'alter ego' Yves Montand lo tuvo fácil en 'Las rutas del Sur' (Joseph Losey, 1978) para encarnar a un luchador antifascista que regresa a su país convertido en escritor de éxito.