Miembros del sindicato de trabajadores de hotel de Nueva York, durante la protesta que protagonizaron ayer ante el edificio de los juzgados de la ciudad. :: AFP
juicio en nueva york

La víctima testificará contra Strauss-Kahn

El político francés se declara «no culpable» de los cargos por intento de violación y agresión sexual

Nueva York Actualizado: Guardar
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Cientos de cámaras, periodistas y camiones satélites se apostaban ante los juzgados de Nueva York desde el domingo para no perderse la breve aparición de Dominique Strauss-Kahn ante el juez. Declararse «no culpable» de haber asaltado sexualmente a una camarera del hotel Sofitel de Manhattan hace tres semanas le llevó apenas 4 minutos, pero la determinación de su víctima para «contar al mundo lo que le ha ocurrido» promete todavía una larga temporada para este espectáculo de máxima audiencia.

«Todo el poder, el dinero y la influencia de Dominique Strauss-Kahn no impedirán que lo que ocurrió en esa habitación salga a luz», amenazó Kenneth Thompson, el nuevo abogado de la viuda guineana de 32 años que acusa al exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) de haberla forzado a realizar sexo oral después de intentar violarla. Los amigos del socialista francés que ya se veía como presidente aseguran al diario 'The New York Post' que no volverá a pasar un día en la cárcel porque ya han pactado una suma con la familia de la víctima para que esta retire los cargos, pero las declaraciones de los nuevos abogados de la denunciante sugieren algo muy distinto. «Está deseando subir al estrado para contar lo que pasó», aseguraron. «Lo que quiere es justicia. Quiere que se la oiga. Que el mundo sepa que es una mujer de dignidad y respeto».

La defensa del exmandatario del FMI, que ha contratado a los abogados más caros de Nueva York y Washington, asegura que las pruebas demostrarán que cualquier relación sexual fue consentida, lo que Thompson calificó de «ridículo». «La víctima es simplemente una madre sola que trabaja duro para mantener a su hija. Es una mujer muy valiente que está levantándose por todas las mujeres y niños del mundo».

«¡Vergüenza te debería dar!»

Quienes sentían su lucha como propia eran las limpiadoras de hotel que llegaron hasta los juzgados en autobuses para abuchear al poderoso político en su entrada triunfal. «¡Vergüenza te debería dar!», le gritaban con furia a pocos metros de distancia.

Strauss-Kahn, agarrado del brazo de su acaudalada esposa, no se dio por enterado. Por primera vez desde que empezó a desfilar ante el juez llegó elegantemente vestido con traje y corbata azul marino, a juego con el sobrio conjunto de chaqueta de su mujer, que ya no tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas sino que sonreía y lucía su mejor aspecto. En las gradas, la guerra de estilos y la antipatía francoamericana se había trasladado a la prensa. «Los periodistas estadounidenses van vestidos de lunes por la mañana y los franceses, como si fuera la fiesta de los Oscar y ellos hubieran ganado», 'tuiteó' Jon Swaine, corresponsal del periódico británico 'Daily Telegraph'.

Había también dos nuevos personajes en la sala del piso 13 hasta la que llegaban los gritos de las limpiadoras. Se trataba de dos funcionarios de la Embajada de Guinea-Conakry en Washington, que por primera vez acudían a presenciar el caso de alto perfil que ha convertido a su humilde país en foco de atención mundial. Los dos funcionarios asistieron silenciosos a la audiencia y se fueron sin hacer declaraciones.

Cuatro horas de demora

La próxima cita está prevista para el 18 de julio a las dos de la tarde, hora local, pero algunas fuentes aseguraban que el juez Michael Obus contempla suspenderla para ahorrarse el circo mediático que rodea cada aparición del poderoso economista francés.

Ayer, Strauss-Kahn tuvo a la prensa en ascuas cuando su regreso a la mansión de lujo que ha alquilado en el glamuroso barrio de Tribeca por 50.000 dólares (34.300 euros) al mes se demoró cuatro horas. Los rumores apuntaban a una consulta al médico, una cita con sus abogados o una visita a la sinagoga, que en cualquier caso tendrían que haber sido pactadas con el juez y la Fiscalía, que le vigilan 24 horas a través de un brazalete electrónico.