
Portugal fía su futuro a la derecha
El conservador Passos Coelho arrebata el Gobierno a los socialistas, castigados por no haber sabido gestionar la crisis
Actualizado: GuardarPortugal ha dado un giro de timón hacia la derecha para enfrentarse a una crisis sin precedentes que ha obligado al Gobierno a pedir un rescate internacional. El conservador Pedro Passos Coelho será el encargado de gestionar uno de los peores escenarios que se recuerdan en el país vecino después de que los portugueses castigasen la gestión socialista y eligiesen ayer en las urnas al Partido Social Demócrata (PSD) para salir del atolladero económico en que se encuentran sumidos desde hace meses. Passos Coelho forzó la dimisión de José Sócrates como primer ministro al tumbar su cuarto plan de ajuste y ahora le sustituirá en el cargo al frente del Gobierno luso al sumar el 41,4% de los sufragios, con el 70% de las circunscripciones ya escrutadas.
Los portugueses han castigado especialmente a los socialistas, que no han conseguido renovar la confianza de un electorado cada vez más desencantado con la clase política pese a los esfuerzos de Sócrates por movilizar el voto de la izquierda y conseguir así su tercer mandato consecutivo. Pese a que las encuestas realizadas en los últimos días de campaña apuntaban a un empate técnico entre las dos principales formaciones lusas, los primeros sondeos difundidos por los tres canales de la televisión portuguesa pronosticaban un importante descenso de la formación gobernante, que se tendría que conformar con un exiguo 28,8% de los votos.
Nada más conocerse los resultados de las encuestas a pie de urna, el Partido Socialista portugués salía a reconocer su derrota y José Sócrates anunció su dimisión al frente de la coalición tras «asumir personalmente» los resultados. Sócrates se despide así de 23 años de ejercicio dentro de la formación para ser un «militante base» y «un ciudadano de cuerpo entero».
El peor enemigo de los dos principales aspirantes ha sido precisamente la apatía de los portugueses, más preocupados por llegar a fin de mes que por elegir primer ministro. La desazón del electorado, que acudía a las urnas por segunda vez en cuatro meses, quedó reflejada en la abstención, superior al 40%.
Gobierno maniatado
Aunque las encuestas no aseguraban que los socialdemócratas pudiesen gobernar en solitario, la formación de Passos Coelho contará con el apoyo, ya garantizado, del tercer partido del país, los democristianos del Centro Democrático Social-Partido Popular, que lograría entre el 10,1 y el 13,9% de los votos, lo que podría garantizar al PSD un Gobierno de mayoría absoluta del que ya han hablado los líderes de ambas formaciones.
El centroderecha portugués se lanzó ayer a las calles a festejar su mejor resultado electoral de los últimos veinte años, que le pondrá al frente del Gobierno en el periodo más crítico de la historia lusa desde la Revolución de los Claveles. «Es inequívoco y claro el deseo de cambio de los portugueses. Y esa es la primera reacción y la primera imagen que queda en los resultados presentados», se felicitaba el secretario general del conservador Partido Social Demócrata (PSD), Miguel Relvas.
La campaña electoral ha estado condicionada desde el inicio por el programa de medidas económicas que firmó Portugal en abril para sanear sus finanzas y reducir el déficit del Estado a cambio de recibir un rescate financiero de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) por valor de 78.000 millones de euros durante tres años. Y los portugueses eran perfectamente conscientes de ello antes de depositar su voto. El Gobierno de Pedro Passos Coelho estará atado de pies y manos. Con un margen de maniobra mínimo, el nuevo primer ministro tendrá que poner en marcha una serie de medidas pactadas con los organismo internacionales dirigidas a privatizar, recortar el gasto público y liberalizar el mercado laboral, aunque bajo la premisa de intentar no ahogar sus opciones de crecimiento. El acuerdo también incluye una reducción de la duración máxima de la cobertura por desempleo a 18 meses, la congelación de las pensiones y la ampliación del programa de privatizaciones.