Abogados y pasantes
Actualizado: GuardarHay dos tipos de abogados: los que tienen asuntos y los que no. Desde el 30 de octubre de 2011, existirán otros dos: los de toda la vida -con despacho unipersonal o gabinetes multinacionales; los que tienen la llave del juzgado y los que fueron una vez, a una boda civil; los honrados y los ricos- y los nuevos abogados, que serán como los anteriores pero que tras su Grado a la boloñesa en Derecho, habrán de hacer un master en abogacía y aprobar un examen de acceso a la profesión. Una de las más importantes reivindicaciones del Consejo General de la Abogacía acaba de aprobarse por el Consejo de Ministros, el reglamento que da vida a la Ley de 2006, de acceso a las profesiones de abogado y procurador.
Cuando yo empecé la carrera, con 17 añitos, acababa de aprobarse un nuevo plan de estudios de altísima dificultad y para el que no estábamos preparados alumnos ni profesores. Ese primer curso me eligieron delegado de la clase y estuve en diversas negociaciones con el Decanato, que en aquella época ocupaba el catedrático de Derecho Penal, Juan Terradillos. Los alumnos cantábamos el «No hay Derecho a la Pasantía». Pobres ilusos, gritábamos al aire (y se perdía nuestra voz por entre los pasillos oscuros de la antigua facultad, tan tétrica).
Cuando era niño y gritaba 'no a la pasantía' desconocía qué es lo que era eso ni el valor de su realización. Vi a compañeros terminar la carrera y colegiarse para destrozar la vida de clientes que desconocían de su inexperiencia. Pasados los años, he tenido pasantes. Chavales fantásticos de los que guardo un grato recuerdo. Algunos ejercen en otros lugares por amor, como Víctor; otros han ido a despachos que les convenían más, como Lidia; muchos se han convertido en mis amigos, como Miguel; y otros pocos en mis 'súbditos', como me dicen con ironía. Con todos ellos he tratado siempre de ser justo, ante la imposibilidad de ser didáctico. Yo también fui pasante una vez y en mi cumpleaños compraba la tarta y los regalos. Y me busqué las papas de la autodidaxia.
Pese a ser licenciados y realizar un trabajo sin remunerar, o percibiendo poco, durante uno o más años, muchos jóvenes pasantes intentan absorber el máximo de su director para después asociarse a él o volar del nido. No les pagan pero tampoco les cuesta dinero instruirse; son jóvenes y sacan provecho porque sin asuntos no aprenden y en un despacho montado en casa de sus padres, poco van a ver. Desconozco qué pasará ahora con esa desregulada pasantía porque esos jóvenes terminarán el grado, harán los 120 créditos del master (a X euros el crédito), se prepararán el examen de acceso a la abogacía y deberán que compatibilizar todo ello con una pasantía no regulada que les dé acceso a los asuntos. Pero no les será gratis ya.