Rafa Nadal se estira en la red para devolver una pelota de Andy Murray. :: THOMAS COEX / AFP
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Nadal se regala su sexta final

El mallorquín supera a Murray sin brillantez pero con gran determinación

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El mejor tenista de la historia sobre tierra batida fue capaz ayer de acceder a su sexta final de Roland Garros sin mostrar su mejor versión. No lo necesitó en el día de su 25 cumpleaños. En un partido que, a pesar de resolverse por la vía rápida, fue bastante igualado en el juego, la diferencia entre el número uno del mundo y Murray fue mental. El español supo sufrir, aprovechar sus oportunidades y adaptarse al viento, que azotó en la Philippe Chatrier.

El escocés, mermado quizá por el esguince de tobillo que arrastraba y que le hace renunciar al torneo de Queens para preparar mejor Wimbledon, se hartó de cultivar bolas de rotura erradas posteriormente. A pesar de que su tenis no fue tan brillante como en el partido de cuartos, fue suficiente para doblegar a un británico que tuvo sus ocasiones de alargar el partido. Con muchos errores no forzados de ambos, y tras más de tres horas, el tenista de Manacor selló su pase por 6-4, 7-5 y 6-4.

Pese a que Murray comenzó muy agresivo los dos juegos iniciales, rápidamente se desinfló. En el tercero, Nadal aprovechó su segunda bola de rotura para ponerse por delante en el marcador.

No jugaba tan suelto como ante Soderling. La bola no le corría tanto. Sus golpes no resultaban tan definitivos. Pero supo interpretar a la perfección el duelo. Hacía lo que necesitaba en cada momento. Tiraba con la derecha solo cuando le urgía. Alargaba los puntos cuando lo requería. «Fue un partido muy bueno desde el punto de vista técnico y mental», confesó el balear.

Gracias a su perfecta elección de tiros, y a ser capaz de esperar el error del escocés, el mallorquín se colocó 5-1 a su favor. Incluso se atrevió a subir a la red y a cerrar puntos importantes. Dominaba el juego sin espectacularidad. Sin embargo, el británico, que no encontraba ninguna fuga a la regularidad del español, pudo coger un poco de aire. Rompió el servicio del manacorense y apretó el set hasta el 5-4.

Al tiempo que el número cuatro del mundo reducía la distancia en el marcador, el viento seguía molestando. «Era muy difícil jugar con el aire a favor y golpear a la pelota», reconoció el de Manacor. Nadal consiguió sobreponerse a ello y en el definitivo décimo juego no perdonó. El finalista del Abierto de Australia llegó a tener una bola de break, pero la efectividad en la red y en el fondo del español decidió el set. Tras más de una hora, los mismos 'winners' e incluso un error no forzado más del mallorquín (13), se cerró el set por 6-4.

El nivel disminuyó en el segundo set. El partido caminaba sin dominador. Los juegos se alargaban sin gobierno. En el quinto, se inició el festival de roturas de servicio. Primero, a favor de Nadal, lo que le permitió ponerse 3-2. Seguidamente, turno para Murray, que igualó el partido. En los dos juegos siguientes, otro par de 'breaks'. La iniciativa la llevaban los restadores. Los errores, se acumulaban. Ya sin servicios rotos, la manga alcanzó el 5-5.

Conservar el servicio

En ese momento importante del parcial, Nadal sacó lo mejor de sí mismo. Ya se sabe: el balear siempre aparece en los momentos clave. Del 40-15 favorable al británico se pasó a la tercera ventaja al resto del español. Y en esta ocasión, no falló. Una vez completado el primer objetivo, el segundo fue más fácil: conservar su servicio. A pesar de que le había fallado en el set, el pentacampeón de Roland Garros dominó el juego de principio a fin y lo cerró en blanco para anotarse la segunda manga por 7-5.

En el tercer set, el 'break' inicial decantó muy pronto la balanza a favor del manacorense. Los juegos iban cayendo del lado de los sacadores mientras el cuarto cabeza de serie seguía desperdiciando bolas de rotura. Cada oportunidad del escocés era superada por el de Manacor, infalible bajo presión. Ese reducido porcentaje de efectividad -tres de dieciocho en todo el encuentro- le pesó demasiado. Con 31 errores no forzados -muchos más de lo normal-, y 34 golpes ganadores, el número uno del mundo consiguió su victoria número 44 en la capital francesa. «La ansiedad me había podido en los primeros partidos, cosa que en los últimos no he sentido», explicó el cinco veces campeón en París. Gracias a este triunfo de gran valor el pupilo de Toni Nadal tendrá mañana la posibilidad de lograr su sexto título, de igualar a Borg y de seguir haciendo historia en la capital francesa.