MILENIO

SE ECHA EN FALTA

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E fectivamente, llegó a Andalucía el presunto candidato a la presidencia del Gobierno, el señor Rubalcaba, que prefiere mostrarse ante sus compañeros y amigos como 'Alfredo'. De momento, pues, se podría decir que es una gira de interiores. No está mal. Ha elegido intentar dejar las cosas claras y convencer a su propio partido para, en un segundo contacto, darse los inevitables baños de masas con la sociedad en general.

De momento, ha bajado a la arena acompañado del viento a favor. Se aclaró 'in extremis' el conflicto de los pepinos y el paro ha decrecido por segundo mes consecutivo. Por su parte, Rajoy y su gerontocracia más cercana se mostraron comiendo rodajas de pepinos ante la sociedad española en un gesto tardío pero digno de agradecimiento.

El que está que se sale es el paciente y muy probado Arenas, del cual, por cierto, se dice que va por la calle saludando a las farolas modernistas que pretende eliminar el juez Zoido, alcalde 'in pectore' de Sevilla, y abrazando árboles, jubilados e hijos pródigos del transfuguismo político, que siempre los ha habido. No es descartable que el presidente del PP andaluz y más que probable candidato a la presidencia de la Junta, como sevillista que es, le pida al abogado Del Nido, presidente del Sevilla F.C., hacer el saque de honor en el primer partido de Liga en el Pizjuan. El tren de la suerte, como dijo un alfarero de Aracena, solo pasa una vez por la vida, aunque es cierto que Arenas lo intenta sin desmayos ni quejas.

De todas formas, se echa en falta, en los últimos tiempos electorales y en los sombríos debates, al siempre recordado y necesario Alfonso Guerra. Ni está ni se le espera. Las criaturas maduran y pierden interés por la vida. ¿Lo perciben? Si Rubalcaba (Alfredo) se percatara de la importancia de Guerra en las polvaredas de los debates y en los contactos bis a bis con los adversarios y la ciudadanía, podría resolver ese vacío que dejó Guerra años ha. Claro que lo mismo se podría decir de Aznar, Pero esta ya es otra historia. El expresidente se esmera en la actualidad en convertirse en poliglota, mientras el prócer socialista levita por otros espacios más cercanos.