Sociedad

El corazón de claveles aún late

En el quinto aniversario de su muerte, Rocío Jurado recibió las flores que cada mes le envía su viudo, Ortega Cano, que sigue hospitalizado

CHIPIONA. Actualizado: Guardar
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Un gran corazón de claveles rojos yace sobre el regazo de la estatua que representa a la Rocío Jurado más folclórica. La de las peinas y la bata de cola que sujeta la medalla de la Virgen de Regla en el pasillo central del camposanto de Chipiona. Un corazón que no es otro que el de su viudo, José Ortega Cano, que ahora se debate entre la vida y la muerte tras sufrir un grave accidente de tráfico. Todos los meses el diestro cartagenero lleva personalmente la ofrenda floral al mausoleo de la artista, de cuya muerte se cumplieron ayer cinco años. Aseguran en Chipiona que cuando él no puede hacerlo, dos personas de su confianza se encargan de que a la paisana más querida, a la voz más importante de España, no le falten esas flores criadas en los invernaderos de su pueblo con las que el torero muestra su amor y su lealtad más allá de la muerte.

Pero la tristeza cubrió con un doble manto el ambiente que ayer se vivió en el cementerio de San José, donde Rocío Jurado descansa para siempre. La nostalgia de su recuerdo y la ausencia de Ortega Cano marcaron una jornada en la que no se celebró ninguno de los actos preparados por la asociación de fans 'RJ. La más grande'. Así, varias decenas de personas participaron en el sencillo acto de ofrenda floral que cada año organiza el Ayuntamiento, cuyo alcalde, en funciones, Manuel García, acudió en representación del pueblo, así como el hermano de Rocío, Amador Mohedano, lo hizo en nombre de toda su familia. Éste ha fijado su residencia en Chipiona para supervisar los preparativos del museo que rendirá homenaje a la artista y que será inaugurado el próximo 18 de septiembre, día de su cumpleaños. Precisamente la fecha en que sus paisanos la recuerdan con más alegría.

Ayer la radio municipal, seguida por miles de vecinos, emitió lecturas de los poemas que Rafael Alberti o Antonio Martín compusieron para la gran voz de la canción española, que como el arranque de un pasodoble, amaneció con un capote de claveles en su majestuosa estatua junto al puerto chipionero.