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¿Cuántos van?

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Y sin ser agorero, pues confío en la bondad humana aunque tantas veces me defraude, pero estoy alarmado. Raro es el día en que la violencia doméstica, sigue sin gustarme lo de género, no nos golpee. Sobran las fotos. la grandilocuencia y la parafernalia. Falla la base. Los cimientos han sido y siguen, ignoro con qué fines, socavándose. Y no quieren verlo, sigue la ceguera a todos los niveles, y a altos niveles. Hay una legislación que crea el desamor. El hogar, y su estabilidad es primordial. La educación comienza en él y sobran leyes que 'castiguen' al padre que da una colleja o un azote al niño que, con el tiempo y por dejación paterna, se convertirá en un mal tratador de s us progenitores. Es doloroso ver pedir auxilio a padres angustiados porque no pueden con sus hijos. Escenas tristes, impensables cuando todos éramos 'normales' o nos lo creíamos. Ahora resulta que éramos retrógrados o cavernícolas. El progreso es el divorcio y cuanto más rápido mejor. En la escuela, más de lo mismo. Allí el macho empieza a hacer sus pinitos como maltratador, pero si el maestro le reprende ya tenemos jaleo. Pero, cuando el respeto a la vida se ha perdido y se permite acabar con ella antes de nacer con cualquier escusa o a capricho, ¿qué esperamos? Tal vez los que no han nacido hubiesen conseguido algo práctico, a los que vivimos se nos está negando cambiar estas estructuras de muerte.