
El rey muestra su enfado ante las especulaciones sobre su salud
«Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa», le espetó don Juan Carlos a los periodistas
MADRID. Actualizado: GuardarLa pregunta, en principio inocente y casi de trámite, cayó como esa gota que desborda el vaso ya repleto. «¿Cómo se encuentra, señor?», le interpeló ayer una periodista a don Juan Carlos, un día después de conocerse que será intervenido quirúrgicamente este mes de la rodilla derecha. «Fatal, fatal», ironizó el monarca. «Pues le vemos muy bien», replicaron los periodistas que entendieron que eran testigos de otro comentario irónico de los que suele realizar con cierta asiduidad el rey. Pero no. El monarca, con gesto seco, replicó: «Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días en la prensa, eso es lo que hacéis».
Tal vez con más ímpetu que enfado, pero lo cierto es que las palabras de don Juan Carlos sonaron a queja. Y no por un asunto puntual, sino por una serie de especulaciones que llevan meses circulando por algunos medios de comunicación (no citó expresamente a ninguno) y que volvieron a aflorar este lunes, tras el anuncio de la Casa Real de que el rey sería operado de una pierna debido a que «padece dolores articulares en su rodilla derecha que dificultan su actividad física habitual».
La reacción, tan inusual como espontánea, se produjo durante una audiencia que concedió a la directiva de la Confederación Empresarial de Madrid. Un acto en el que no estaba previsto ni discurso oficial ni contacto con los medios de comunicación. Tras la consiguiente fotografía de familia, el propio don Juan Carlos se acercó a los informadores habituales del Palacio de la Zarzuela para precisar que su malestar no lo provocan todos los medios de comunicación en general, sino aquellos que, a su juicio, pretenden transmitir la opinión de que su estado es peor de lo que verdaderamente es e, incluso, sugieren que está para «morirse». «Como ya no tienen bastante información», abundó su majestad, aunque ya entre risas y con una cámara de televisión como testigo.
La salud del monarca es un asunto de Estado y, por lo tanto, su información puede ser restringida. Precisamente para evitar dobles lecturas, la Casa del Rey explicó el lunes en un comunicado que el segundo paso por el quirófano de don Juan Carlos en poco más de un año no tenía nada que ver con el del 8 de mayo de 2010, cuando le extirparon un nódulo en el lóbulo superior del pulmón derecho. Se trata de una intervención programada (por lo tanto no urgente) de artroplastia en su rodilla derecha, que se llevará a cabo durante la primera quincena de este mes. La operación -en la que habitualmente se coloca un componente mecánico en el fémur y un platillo mecánico en la tibia- suele durar hora y media y don Juan Carlos estará poco más de 48 horas en el hospital, aunque la convalecencia será más larga.
Lo que ha podido importunar al rey es que la «no noticia» de que no le ocurría nada grave -tiene 73 años, debe usar audífonos y tiene problemas de cadera y rodilla, muy habituales en personas de su edad- la convierten algunos analistas en un debate sobre la sucesión a la corona, con una posible abdicación incluida. Que sufre molestias al andar quedó patente el domingo en Málaga, durante las celebraciones del Día de las Fuerzas Armadas, pero en marzo el runrún se centró en unas fotografías en las que el monarca aparecía, supuestamente, con unas pronunciadas ojeras que, a decir de algunos, denotaban un deterioro. Extremo que fue desmentido por fuentes de la propia Casa del Rey, que puso a disposición de los interesados varias imágenes del mismo acto para demostrar que las ojeras eran normales. Se cuestionó, incluso, la barba que se dejó en Semana Santa, porque confería al jefe del Estado «un aspecto descuidado». Esto, unido a su ausencia de la tradicional misa de Pascua en Palma de Mallorca, bastó para hacer saltar esas alarmas que desagradan en la Zarzuela.
Antecedente
Para encontrar otro «¡Estoy bien!» del rey hay que remontarse al 19 de noviembre de 2007. En aquella ocasión, la pregunta fue la misma: «¿Qué tal, señor?» aunque nada tenía que ver con partes médicos, más bien con su estado de ánimo. Aquel día fue el primero en el que don Juan Carlos y doña Sofía coincidían públicamente con Jaime de Marichalar tras el anuncio de su separación de la infanta Elena. Entonces como ahora se mostró mordaz con la prensa, aunque sin perder la sonrisa en ningún momento. «No estoy triste, pero qué os voy a contar.», en alusión a las desiguales interpretaciones que algunos se atrevieron a realizar de los propios sentimientos del patriarca de la familia real.