Democracia real ya
DOCTOR EN FILOLOGÍA CLÁSICA DE LA UCA Actualizado: GuardarHay elecciones que piden una o varias jornadas de reflexión, pero después de proclamarse los electos. Y ese es nuestro caso: la borrachera triunfal del PP (Castilla-La Mancha, Barcelona, Sevilla), la victoria de Bildu, etc. Pero no en un último lugar hay que considerar también el movimiento 15-M.
Ciertamente que no ha sido una gran parte de la población la que ha acampado. No obstante, los 'indignados' están siendo seguidos por muchos españoles, e incluso observados desde fuera de nuestras fronteras, y en su momento álgido hubo acampadas y manifestaciones en varias poblaciones a lo largo del país.
En realidad lo más revolucionario del lema de este movimiento ( 'Democracia real ya') es la última palabra: la prontitud del cambio que se pide. Porque, por lo demás, bastantes aspiraciones de este proteico programa reformista están en la mente de amplios sectores de la población.
Que en un sistema de gobierno haya elecciones cada cuatro años no garantiza la mejor democracia. Es claro que nuestro sistema de cómputo en los sufragios arruina a las iniciativas minoritarias en favor de los dos grandes partidos. ¿No merecería esto una cierta corrección? Porque, en cambio, el sistema sí permite que en el Congreso de Diputados haya partidos no nacionales que sean determinantes para el gobierno de todo el país. No hay que dar por perfecto el sistema según el cual los parlamentarios de un partido están obligados a votar lo que el partido les dicte. La disciplina de voto hace irrelevantes los discursos y casi innecesaria la presencia misma de los parlamentarios. Podrían votar las máquinas. Si a esto unimos que los órganos superiores del poder judicial y el propio Tribunal Constitucional son elegidos en buena parte por el Parlamento (es decir, por los dos mismos partidos que manejan todo) ya podemos saber por qué ninguno de ellos dos ha intentado cambiar el sistema desde que fue instaurado en 1985.
Podemos decir que los españoles, en todo el territorio nacional, somos iguales ante la Ley. Pero, ¿habrá alguien que lo crea? Los occidentales nos escandalizamos de algunas prácticas sociales de los países islámicos. Para ellos, sin embargo, es un escándalo que algunos Jefes de Estado de los nuestros sigan al frente de su país después de que se sepa a ciencia cierta que son responsables de corrupción, o incluso de crímenes por los que otros ya estarían encarcelados. Está bien que los representantes electos del pueblo tengan alguna consideración especial en el proceso de una acusación contra ellos. Pero la inmunidad de la que gozan es tan alta, y la lentitud de la justicia tan vergonzosa, que auténticos criminales pueden llegar a gobernar estados democráticos y pueden incluso no dar cuenta de sus actos. Parece evidente que mientras más lenta es la administración de justicia, menos justa es. Y mientras menos justicia hay en una sociedad, menos democracia (aunque haya elecciones).
Luego está la crisis económica. La mayor parte de la gente está harta (o quizás mejor decir 'indignada') porque no se reconoce responsable de la crisis financiera en la que estamos, y siente, sin embargo, que está pagando injustamente por ella. Para muchos ha resultado escandaloso que sea el Estado el que «inyecte» dinero en las entidades financieras sin liquidez, como si no hubiera sido la propia especulación de esas entidades la que ha llevado a la situación de bloqueo. Que la 'burbuja inmobiliaria' acabaría estallando era algo lógico para quienes veían cómo se hinchaban insaciablemente pingües beneficios sobre el endeudamiento de rentas medias y bajas. Que el estado de bienestar necesita ajustes y recortes es evidente. Pero la gente de menor poder adquisitivo sabe que se están haciendo a su costa, mientras que las prerrogativas de sus señorías gobernantes se mantienen al margen del esfuerzo.
Dentro de poco, puede que las acampadas y manifestaciones de este movimiento sean un recuerdo relacionado con las elecciones del 22-M. Les está faltando, desde luego, algún elemento vertebrador (líderes, programas nítidos, símbolos inconfundibles, apoyo financiero), y sin duda sin estos elementos no llegarán a concretar una propuestas viables. Pero esto mismo ha sido muestra de su espontaneidad auténtica. Su deseo de 'Democracia real ya' ha sido una prueba no menos de su indignación que de su envidiable juventud. Y han dado un paso que no será en balde. Algunos negaron esa espontaneidad en favor de una supuesta orquestación contra las elecciones. Pero las elecciones ya han pasado y, aunque hayan marcado un cambio de dominio político en ciertos ámbitos, la pregunta sigue estando en el aire: ¿hasta qué punto es tan decisiva la diferencia entre PSOE y PP, si ninguno se aviene a independizar el poder judicial, por ejemplo, o a mejorar la ley electoral?