Un nuevo escándalo sexual salpica la política francesa
El secretario de Estado para la Función Pública, Georges Tron, dimite al ser acusado por dos exsubordinadas de agresión y violación
PARÍS. Actualizado: GuardarDos semanas después de la detención en Nueva York del socialista francés y favorito para arrebatar a Nicolas Sarkozy la presidencia, Dominique Strauss-Kahn, acusado de violar a una empleada de un lujoso hotel de la ciudad estadounidense, un nuevo político galo se ha visto salpicado por un caso similar. Se trata del secretario de Estado de la Función Pública, el conservador Georges Tron, que presentó ayer su dimisión después de que dos exsubordinadas suyas le acusaran de agresión sexual y violación.
Una de las mujeres, que en los medios son denominadas como Laura y Éloise, ya había relatado los hechos a un abogado y a la Asociación Europea contra la Violencia contra las Mujeres el pasado de noviembre, señaló el periódico 'Journal du Dimanche'. Según esa publicación, una tercera supuesta víctima podría denunciar hechos parecidos esta semana a lo largo de la próxima semana. La Fiscalía ha encargado a la policía que abra una investigación.
Tron, de 53 años y también alcalde de la localidad de Draveil, al sur de París, fue acusado por las dos exfuncionarias municipales de 34 y 36 años de agresión sexual entre 2007 y 2010. En una carta enviada al presidente y a los medios de comunicación, Tron reivindicó su inocencia y arremetió contra la reputación de las mujeres que le han acusado. «Desde mi calidad de simple ciudadano, haré del reconocimiento de mi inocencia un asunto personal, combatiendo las acusaciones vindicativas de dos antiguas colaboradoras, de las que una fue despedida por haber desviado fondos públicos que le habían sido confiados y la otra abandonó sus funciones con motivo de un comportamiento indigno», redactó el político. La defensa de Tron no esconde la conocida afición de su cliente por la reflexología, una práctica que consiste en masajear con las yemas de los dedos los pies, las manos y las orejas, pero subraya que el político no es un «fetichista».